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Authors: Arthur C. Clarke & Gentry Lee

Tags: #Ciencia ficción

Rama Revelada

BOOK: Rama Revelada
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Años después de la aparición en el sistema solar de la misteriosa nave espacial Rama, una segunda nave arribó para convertirse en hogar de un grupo de colonos humanos. Pero la colonia se ha transformado en una brutal dictadura que asesina a sus pacíficos vecinos y aterroriza a sus propios habitantes.

Nicole Wakefield, condenada a muerte por traición, escapa y atraviesa el mar cilíndrico hasta llegar a una isla de enormes rascacielos que los humanos llaman Nueva York. Allí se reúne con sus familiares y amigos. Pero sus perseguidores no están lejos…

Arthur C. Clarke

Gentry Lee

Rama revelada

ePUB v1.3

Jianka
05.06.12

Título original:
Rama revealed

Arthur C. Clarke y Gentry Lee, 1993

Traducción: Daniel R. Yagolkowski

Diseño/retoque portada: Eduardo Ruiz

Editor original: Jianka (v1.0 a v1.3)

ePub base v2.0

Prólogo

En uno de los más distantes brazos en espiral de la galaxia de la Vía Láctea, una estrella amarilla, solitaria y poco discernible, describe lentamente su órbita en torno del centro de la galaxia, a unos treinta mil años luz de distancia. Esta estrella estable, el Sol, tarda doscientos veinticinco millones de años para completar una revolución en su órbita galáctica. La última vez que el Sol estuvo en su posición actual, gigantescos reptiles de terrible poder habían empezado a imponer su dominio sobre la Tierra, un pequeño planeta azul que es uno de los satélites del Sol.

Entre los planetas y los demás cuerpos de la familia del Sol, es únicamente en esta Tierra donde alguna forma compleja y duradera de vida logró desarrollarse. Sólo en este mundo especial los compuestos químicos evolucionaron hasta adquirir conciencia y después preguntarse, a medida que empezaban a entender las maravillas y las dimensiones del universo, si milagros similares a los que les habían dado origen a ellos se habían producido, de hecho, en alguna otra parte.

Después de todo, argüían estos terrícolas sensibles, existen cien mil millones de estrellas nada más que en nuestra galaxia. Estamos bastante seguros de que, por lo menos, veinte por ciento de esas estrellas tienen planetas que giran alrededor de ellas, y de que una cantidad pequeña pero importante de esos planetas ha tenido, en algún momento de su historia, condiciones atmosféricas y de temperatura conducentes a la formación de aminoácidos y de otros compuestos orgánicos que son el sine qua non de cualquier biología sobre la que podamos teorizar de un modo razonable. Por lo menos una vez en la historia, aquí, en la Tierra, estos aminoácidos descubrieron la autoduplicación, y el milagro evolutivo que, con el tiempo, produjo seres humanos se puso en movimiento. ¿Cómo podemos dar por sentado que esta secuencia tuvo lugar nada más que una vez en toda la historia? Los átomos más pesados, necesarios para crearnos, se forjaron en los cataclismos estelares que estallaron a través de este universo durante miles de millones de años. Es factible que solamente aquí, en este único sitio, estos átomos se hayan concatenado, formando moléculas especiales y evolucionando hasta transformarse en una forma inteligente de vida que tiene la capacidad de formular la pregunta “¿Estamos solos? “.

Los seres humanos de la Tierra empezaron su búsqueda de compañeros cósmicos, primero construyendo telescopios con los que pudieron ver los vecinos planetarios inmediatos. Más tarde, cuando la tecnología se hubo desarrollado hasta alcanzar un nivel superior, se enviaron complejas astronaves robóticas para examinar estos otros planetas Y para indagar si había signo alguno de biología o si no lo había. Estas exploraciones demostraron que ninguna forma inteligente de vida había existido jamás en algún otro cuerpo de nuestro sistema solar. Si es que hay alguien ahí afuera, dedujeron los científicos humanos, alguna especie que sea par nuestra con la que, finalmente, nos podamos comunicar, se debe de encontrar más allá del vacío que separa nuestro sistema solar de todas las demás estrellas.

A fines del siglo XX, medido según el sistema cronológico humano, las grandes antenas de la Tierra empezaron a escudriñar el cielo en busca de señales coherentes, para determinar si, quizás, alguna otra inteligencia nos podría estar enviando un mensaje radial. Durante más de cien años, la búsqueda continuó, intensificándose durante los prósperos días de la ciencia internacional, a comienzos del siglo XXI, para disminuir más tarde, en las décadas finales del siglo, después que el cuarto conjunto independiente de técnicas de escucha sistemática siguió sin poder localizar señales de vida extraterrícola.

Hacia el 2130, cuando al extraño objeto cilíndrico se lo identificó por primera vez desplazándose a gran velocidad en dirección a nuestro sistema solar, proveniente de los confines del espacio interestelar, la mayoría de los seres humanos reflexivos había decidido que la vida debía de ser poco frecuente en el universo y que la inteligencia, si es que en verdad existía en algún otro lugar además de la Tierra, era extremadamente rara. ¿De qué otra manera, sostenían los científicos, nos es posible explicar la falta de resultados positivos que tuvieron todos los esfuerzos de búsqueda de vida extraterrícola que hicimos el siglo pasado?

En consecuencia, la Tierra quedó azorada cuando, después de una inspección detallada, al objeto que ingresaba al sistema solar en 2130 se lo identificó, de modo inequívoco, como artefacto de origen extraterrícola. Allí estaba la prueba innegable de que la inteligencia evolucionada existía o de que, por lo menos,
había
existido en alguna época anterior, en otra parte del universo. Cuando a una misión espacial que ya estaba en marcha se la hizo desviar para encontrarse con el opaco behemot cilíndrico, que resultó ser más grande que las ciudades más grandes de la Tierra, los cosmonautas investigadores se encontraron con un misterio tras otro. Pero no pudieron responder algunas de las preguntas fundamentales sobre la enigmática espacionave extraterrícola. El intruso de las estrellas no brindó pistas definitivas respecto de su origen o de su propósito.

Ese primer grupo de exploradores humanos no sólo catalogó las maravillas de Rama (el nombre elegido para el gigantesco objeto cilíndrico, antes de que se supiera que era un artefacto extraterrestre), sino que también exploró e hizo el levantamiento cartográfico de su interior. Después que el equipo de exploración dejó Rama y la espacionave alienígena se zambulló alrededor del Sol, partiendo del sistema solar a velocidad hiperbólica, los científicos analizaron concienzudamente todos los datos que se habían reunido durante la misión. Todos los investigadores reconocieron que los visitantes humanos de Rama nunca se habían encontrado con los verdaderos creadores de la misteriosa nave espacial. Sin embargo, el cuidadoso análisis posvuelo reveló un principio ineludible de la ingeniería ramana de redundancia: cada sistema y subsistema críticos del vehículo tenían dos respaldos. Los ramanos habían diseñado todo en grupos de tres. Los científicos consideraron muy probable que otras dos espacionaves similares pronto fueran a hacer su aparición.

Los años inmediatamente posteriores a la visita de Rama I en 2130, estuvieron llenos de expectativa en la Tierra. Eruditos y políticos por igual proclamaron que había comenzado una nueva era en la historia humana. La Agencia Espacial Internacional (AEI), que trabajaba con el Consejo de Gobiernos (COG), desarrolló cuidadosos procedimientos para manejar la próxima visita de los ramanos. Todos los telescopios apuntaron a los cielos, compitiendo entre sí por la aclamación que se le brindaría a la persona, o al observatorio, que localizara primero la siguiente espacionave ramana… pero no hubo observaciones adicionales.

En la segunda mitad de la década de 2130, un florecimiento económico, impulsado en parte, durante sus últimas etapas, por reacciones de alcance mundial ante Rama, se detuvo en forma abrupta. El mundo se vio sumido en la depresión más profunda de su historia, conocida como el Gran Caos, a la que acompañaron extendidas anarquía y miseria. Toda actividad de investigación científica se abandonó durante esta dolorosa era y, después de varias décadas de prestar atención a problemas diarios, la gente de la Tierra casi había olvidado al visitante inexplicado de las estrellas.

En 2200, un segundo cilindro intruso llegó al sistema solar. Los ciudadanos de la Tierra desempolvaron los antiguos procedimientos que se desarrollaron después que partiera el primer Rama, y se prepararon para el encuentro con Rama II. Una tripulación de doce personas fue elegida para la misión. Inmediatamente después del encuentro, los doce astronautas informaron que la segunda espacionave Rama era casi idéntica a su predecesora. Los seres humanos se toparon con nuevos misterios y maravillas, entre los que figuraban algunos alienígenas, pero siguieron siendo incapaces de responder preguntas relativas al origen y el propósito de Rama.

Tres extrañas muertes ocurridas entre los miembros de la tripulación produjeron gran preocupación en la Tierra, en la que todos los aspectos de la histórica misión se seguían por televisión. Cuando el gigantesco cilindro realizó una maniobra en mitad de su curso que lo puso en una trayectoria de colisión con la Tierra, esta preocupación se trocó en alarma y miedo. Los líderes del mundo llegaron a la conclusión, con renuencia, de que, ante la falta de más información, no tenían más alternativa que la de suponer que Rama II era hostil. No podían permitir que el vehículo espacial extraterrestre chocara con la Tierra o que se acercara lo suficiente como para que pusiera en acción cualquier arma que pudiera poseer. Se tomó la decisión de destruir Rama II mientras estuviera todavía a distancia segura.

A la tripulación exploradora se le ordenó que regresara, pero tres de sus miembros, dos hombres y una mujer, todavía estaban a bordo de Rama II cuando la espacionave alienígena evitó una falange nuclear lanzada desde la Tierra. Rama maniobró, alejándose de la hostil Tierra, y partió del sistema solar a elevada velocidad, llevándose tanto sus secretos intactos como a los tres pasajeros humanos.

Rama II tardó trece años, desplazándose a velocidades relativistas, para viajar desde las proximidades de la Tierra hasta su destino, un enorme complejo de ingeniería llamado El Nodo, que estaba situado en una órbita lejana en torno de la estrella Sirio.

Los tres seres humanos que estaban a bordo del gigantesco cilindro añadieron cinco hijos y se transformaron en una familia. Mientras investigaba las maravillas de su hogar en el espacio, la familia se volvió a topar con las especies extraterrestres con las que se había encontrado antes. Sin embargo, para el momento en que llegaron a El Nodo, los seres humanos ya se habían convencido de que esos otros alienígenas eran, al igual que ellos, nada más que pasajeros a bordo de Rama.

La familia humana permaneció en El Nodo durante poco más de un año. Durante ese lapso, a la espacionave Rama se la retocó y equipó para su tercer, y final, viaje al sistema solar. Por El Águila, una creación no biológica de la Inteligencia Nodal, la familia se enteró de que el propósito de la serie de espacionaves Rama era el de conseguir y catalogar toda la información posible sobre viajeros espaciales de la galaxia. El Águila, que tenía la cabeza, el pico y los ojos de un águila, más el cuerpo de un ser humano, también les informó que la espacionave Rama final, la Rama III, iba a contener un hábitat de la Tierra cuidadosamente diseñado, en el que podrían caber dos mil personas.

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