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Authors: James Herbert

Tags: #Ciencia ficción, Intriga

Aullidos (24 page)

BOOK: Aullidos
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Reg movió un poco el brazo y gimió. Luego abrió los ojos y me miró y, por un instante, creí que me había reconocido.

Me miró con afecto, como si pudiera leer mis pensamientos y comprendiera lo que trataba de decirle. Quizá lo imaginé, pero estoy seguro de que me sonrió y trató de acariciarme con la mano. Luego sus ojos se nublaron y perdió el conocimiento. Aparte de la herida en la mejilla y la oreja, apenas sangraba. El volante había frenado el impacto, impidiéndole salir despedido por el parabrisas. Supuse que al día siguiente tendría un buen morado en el vientre, pero nada más serio. Probablemente se había golpeado la cabeza con la parte superior del parabrisas, lo cual le había hecho perder el conocimiento, pero no estaba muerto.

Oí voces y vi que se acercaba un grupo de gente para investigar lo que había sucedido. Puesto que yo no podía hacer nada, decidí largarme.

Me incliné y besé a Reg en la mejilla. Él se movió un poco pero no recobró el conocimiento.

Luego eché a correr en la oscuridad.

Capítulo 21

Mi relato ha concluido, viejo.

¿Me crees?

¿O crees que es el dolor lo que te hace delirar?

Está a punto de amanecer y se acerca la muerte. Cuando te hallé anoche tendido junto al camino comprendí que no podía hacer nada por ti; el cáncer que tienes en el estómago se halla demasiado avanzado.

¿Cuánto hace que vagas por los caminos, sin ocuparte de nadie y sin que nadie se ocupe de ti? ¿Qué te ha hecho la vida para obligarte a huir de ella? Ahora todo ha terminado, tu peregrinar ha concluido.

Me pregunto si comprendes lo que te he referido. Lamentablemente, la proximidad de la muerte ha impedido que nos comunicáramos. Te encuentras en ese estado transitorio en el que los moribundos son receptivos a muchas cosas que antes rechazaban. ¿Aún crees que sólo te aguarda la oscuridad? ¿O el infierno? ¿Acaso el cielo? Ojalá fuera tan sencillo.

Tengo poco más que contarte. Aguardé, agazapado en la oscuridad, hasta que sacaron a Reg del coche y observé que había recobrado el conocimiento. Se encaminó por su propio pie hacia la ambulancia, girándose de vez en cuando para mirar en torno suyo, como si me buscara. Las personas que acudieron a socorrerlo debieron suponer que el impacto le hacía desvariar cuando les preguntó si habían visto a un perro.

Yo abandoné la región poco después, tras visitar por última vez mi sepultura. No sé exactamente por qué fui allí; quizá para rendirme un último homenaje. Era consciente de que algo había terminado, posiblemente una existencia.

Sobre la tumba vi un ramo de flores frescas y comprendí que mi familia no me había olvidado. El recuerdo del esposo, el padre y el amigo se desvanecería con el paso del tiempo, pero yo permanecería siempre en un rincón de sus pensamientos.

En cuanto a mí, la situación había cambiado. Los recuerdos regresarían de vez en cuando para atormentarme, pero las emociones eran distintas. Se habían convertido en las emociones de un perro, como si, al concluir mi búsqueda, hubiera derrotado a un fantasma. El fantasma era mi faceta humana. Me sentía libre como un pájaro. Libre para vivir como un perro. Seguí corriendo durante casi todo el día y cuando al fin caí exhausto, los últimos vestigios de mi antigua personalidad se habían desvanecido.

Todo eso sucedió hace un par de años. Los viejos hábitos y los recuerdos aún retornan de vez en cuando y soy consciente de que he sido un hombre. Pero ahora sólo se aparecen en mis sueños. Anoche, cuando te hallé oculto detrás de este seto junto a la carretera, moribundo y temeroso de morir, tu imagen me hizo evocar esos recuerdos. Tu muerte, el aura que te rodea, hizo que afloraran esos sentimientos y con ellos acudieron los viejos recuerdos, claros y precisos. Quizá tú también me hayas ayudado a mí; no deseo renunciar por completo a mis orígenes. ¿Qué fue lo que dijo el tejón? «Tú eres especial.» Quizás esté en lo cierto. Quizá sea cierto todo lo que dijo. Quizá me recordarán todos. Quizás he regresado para ayudar a los seres como tú. Quién sabe.

Lo único que sé es que poco a poco he ido olvidando quién era para convertirme en lo que soy ahora.

Debo reconocer que, en términos generales, me satisface ser como soy. Contemplo la vida desde otro punto de vista: al nivel de las rodillas. Es como aproximarse siempre a un punto desde la misma dirección y, súbitamente, acceder a él desde la dirección opuesta: los objetos conocidos cambian de forma, presentan otro aspecto. Es lo mismo, pero ha adquirido otra perspectiva. ¿Comprendes lo que quiero decir?

He recorrido todo el país, he atravesado el mar a nado. No he tenido otros dueños, aunque muchos me han dado de comer. He conversado y jugado con tantas especies distintas que no logro recordarlas. Me he quedado asombrado ante la neurosis del mundo animal: he conocido a un cerdo que creía ser un caballo; a una vaca que tartamudeaba; a un toro que se dejaba atormentar por una arpía con quien compartía un prado; a un patito que se creía feo (no se equivocaba); a una cabra que creía ser Jesucristo; a una paloma torcaz que temía volar (prefería ir andando a todas partes); a una rana que recitaba sonetos de Shakespeare (y poco más); a una víbora que trataba de ponerse de pie; a un zorro vegetariano; y a un urugallo que no paraba de refunfuñar.

Me he peleado con un armiño (ambos echamos a correr al mismo tiempo para no destrozarnos mutuamente); he matado a una lechuza que me atacó por sorpresa, he luchado contra una pandilla de ratas y me ha perseguido un enjambre de abejas. He hecho rabiar a las ovejas y los caballos; me he puesto a filosofar con un asno sobre la posible influencia del existencialismo sobre el arte, la ética y la psicología. He cantado con los pájaros y he bromeado con los erizos.

Y he hecho el amor con varias perras.

Te queda poco tiempo; la muerte te acecha. Confío en que tu mente febril haya conseguido asimilar mi relato y te haya resultado útil. ¿No percibes el dulce aroma del aire? Significa que debo irme. Me espera una amiga. Vive en una granja a unos tres kilómetros de distancia y está lista para recibirme. El problema es sacarla del cobertizo sin que lo advierta el celoso granjero, pero eso no presenta mayores dificultades para un perro tan listo como yo.

Antes de marcharme, quiero que sepas que el otro día me encontré a
Rumbo
. Estaba durmiendo bajo un árbol cuando, de pronto, me cayó una bellota en el hocico. Al levantar la vista oí una voz que decía «hola, pequeñajo», y vi a
Rumbo
sonriéndome con su cara de ardilla. Siguió arrojándome bellotas, pero cuando le llamé por su nombre me miró extrañado y echó a correr. Sabía que era él porque la voz —o, mejor dicho, su esquema mental— era inconfundible. Además, es el único que me llama «pequeñajo».

Me alegré al verlo y comprobar que el viejo
Rumbo
aún ronda por aquí, pero no quise seguirlo.

Disculpa, pero el olor de mi amiga es muy poderoso. De todos modos, tú ya no me necesitas, el próximo capítulo tendrás que resolverlo tú mismo. Confío haberte ayudado. Quizá volvamos a vernos.

Adiós.

Espero que te conviertas en un perro.

El vagabundo trató de seguir al perro con sus fatigados ojos mientras éste se alejaba a través de los prados, pero suponía un esfuerzo excesivo para él.

El dolor le hizo estremecerse y parecía como si su cuerpo se hubiera encogido dentro de sus harapos. Se tumbó de lado y apoyó su hirsuta mejilla en la húmeda hierba. Una hormiga que se hallaba a un par de centímetros de su rostro le miró de forma inexpresiva.

El vagabundo trató de esbozar una sonrisa, pero el dolor se lo impidió. Con las últimas fuerzas que le quedaban, alzó su temblorosa mano y colocó un dedo sobre el diminuto cuerpo de la hormiga, pero ésta se escabulló y se ocultó entre la hierba. Luego, un último y doloroso espasmo sacudió su cuerpo y murió.

Y aguardó.

FIN

JAMES HERBERT, (Londres, 8 de abril de 1943) estudió en el Hornsey College of Art, y trabajó como cantante y posteriormente como director artístico de una agencia de publicidad, hasta que en 1977 decidió dedicarse por completo a la escritura. También diseña sus propias portadas de libros y publicidad.

Sus novelas de terror han sido traducidas a numerosos idiomas, y ha vendido decenas de millones de copias. Lanzó una nueva novela prácticamente cada año desde 1974 hasta el 88, escribió seis novelas en la década de 1990 y ha lanzado tres nuevas obras en la década de 2000.

Vive cerca de Brighton con su esposa e hijas. Fue nombrado Oficial de la Orden del Imperio Británico (OBE) en 2010.

Notas

[1]
chiripa. También significa gusano plano. (N. del T.)
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[2]
Nettle: ortiga. (N. del T.)
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