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Authors: Daniel Glattauer

Tags: #Romántico

Cada siete olas (17 page)

BOOK: Cada siete olas
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Asunto: ¿Sigues bien?

Querida Emmi:

¿Sigue en pie lo de esta noche?

Treinta minutos después

Re:

Sí, desde luego, querido Leo. ¡Ah!, se me olvidaba decirte que Bernhard y los niños vienen conmigo. ¿Te parece bien?

Diez minutos después

Asunto: Broma

¡Era una broma, Leo! ¡Una broma! ¡Una broooooooooomaaaaaaaaa!

Tres minutos después

Fw:

¡Pues sí que será una noche divertida! Bueno, mejor ya dejo de escribir. Hasta luego, Leo

Un minuto después

Re:

¡Tengo ganas de verte!

Treinta segundos después

Fw:

¡Y yo a ti!

Capítulo 17

A la mañana siguiente

Sin asunto

¿Has descansado?

Cinco minutos después

Fw:

Aún no me he dormido. Tengo demasiadas imágenes en la cabeza y estoy ávido de verlas una y otra vez. ¿Cómo te sientes, querida?

Un minuto después

Re:

Sólo puedo desearte que te sientas igual que yo, querido.

Dos minutos después

Fw:

Duplica la intensidad de tus sensaciones y te sentirás más o menos como me siento yo, Emmi.

Tres minutos después

Re:

Divídelo por dos y multiplícalo por cuatro: ¡así es como me siento! ¿Se puede saber por qué no me preguntaste si quería subir a tu casa?

Cincuenta segundos después

Fw:

Entre otras cosas, porque hubieses dicho que no, Emmi.

Cuarenta segundos después

Re:

Vaya, ¿eso crees? ¿Parecía como si fuese a decir que no?

Un minuto después

Fw:

Quienes dicen que no, no suele parecer que van a decir que no. De lo contrario ni siquiera se les pregunta.

Cuarenta segundos después

Re:

Leo, buen conocedor de mujeres, lo sabe por su amplia experiencia en la materia. Y tras haber recibido tantos noes de mujeres que no parecía que fueran a decir que no, ya no pregunta más.

Treinta segundos después

Fw:

Tú habrías dicho que no, Emmi, ¿verdad?

Cuarenta segundos después

Re:

Y tú no habrías tenido ningún inconveniente en que yo subiera a tu casa, Leo, ¿verdad?

Treinta segundos después

Fw:

¿Por qué lo dices?

Cuarenta segundos después

Re:

Alguien que besa y… mmm… «abraza» así, no tiene ningún inconveniente.

Cincuenta segundos después

Fw:

Emmi, la conquistadora de hombres, lo deduce de sus incontables pruebas de sabores y sensaciones.

Cuarenta segundos después

Re:

Y bien: ¿querías que subiera a tu casa?

Veinte segundos después

Fw:

Por supuesto.

Treinta segundos después

Re:

¿Y por qué no me lo preguntaste? Te habría dicho que sí. ¡De veras!

Treinta segundos después

Fw:

¿De veras? ¡Joder!

Cincuenta segundos después

Re:

De todos modos, la escena del portal tampoco estuvo mal, querido. He visto muchas buenas escenas de besuqueos en portales (la mayoría en el cine, lo admito). Pero pocas tan buenas y tan largas. Además, ésta no tuvo momentos aburridos. Me sentí como si tuviera diecisiete.

Cuarenta segundos después

Fw:

¡Fue una noche grandiosa, querida!

Cincuenta segundos después

Re:

¡Sí que lo fue! Sólo hay una cosa que no entiendo, querido.

Treinta segundos después

Fw:

¿Qué cosa, querida?

Veinte segundos después

Re:

¿Cómo pudiste, cómo pudiste, cómo pudiste?

Treinta segundos después

Fw:

¡Dilo de una vez!

Cuarenta segundos después

Re:

¿Cómo pudiste dejar cuatro de los siete trozos de esos sensacionales
penne asparagi e prosciutto in salsa limone?

Cincuenta segundos después

Fw:

¡Lo hice por ti!

Treinta segundos después

Re:

Te lo agradezco muchísimo.

Cincuenta segundos después

Fw:

Bueno, querida Emmi. Ahora voy a retirarme, cerraré los ojos, detendré el tiempo y soñaré… con todo esto y más.

Un beso.

Cuarenta segundos después

Re:

¡Que duermas bien, amor! Por la noche te escribo para contarte qué más me llamó la atención. Te devuelvo el beso. No, mejor no. Te doy otro. El tuyo me lo quedo. No todos los días le dan a una besos como los tuyos.

Nueve horas después

Asunto: Algo llamativo Querido Leo:

¿Ya estás despierto? Pues bien: anoche no pronunciaste ni una sola vez la palabra «Bernhard».

Cuarenta segundos después

Fw:

Tú tampoco, Emmi.

Cincuenta segundos después

Re:

Yo puedo dominarme en ese aspecto. Pero no estoy acostumbrada a que lo hagas tú, querido mío.

Ocho minutos después

Fw:

Tal vez debas (o puedas) ir acostumbrándote, querida mía. Yo también soy capaz de aprender de vez en cuando: Bernhard es tu problema, no el mío. Es tu marido, no el mío. Si me besas, es a ti a quien le remuerde la conciencia, no a mí. O a nadie, porque Bernhard sabe de nosotros… o sabía… o debería contar con ello… o se lo imagina… o… ni idea: yo ya no sé qué pensar de tu versión de la conveniencia y la franqueza, he perdido la orientación. No, peor aún, he perdido el interés: ya no quiero tener que vencer un eterno obstáculo llamado Bernhard cuando pienso en ti. Tampoco tengo ya que avergonzarme secretamente ante Pamela cuando pienso en ti. Pienso en ti cuando me place, siempre que me dé la gana y como me dé la gana. Nada me lo impide, nadie me detiene. ¿Sabes el alivio que es eso? Nuestro encuentro de ayer fue para mí como un salto cuántico. Logré verte como si existieras sólo para mí, como si hubieses sido creada sólo para mí, como si el restaurante italiano hubiera abierto especialmente para nosotros, como si la mesa se hubiese hecho a propósito para que nuestras piernas pudieran tocarse debajo, como si la retama amarilla de la puerta de mi casa hubiese sido plantada exclusivamente, veinte años atrás, previendo que florecería veinte años más tarde, cuando nosotros nos besáramos y nos abrazáramos delante de ella.

Siete minutos después

Re:

Viste muy bien, querido mío. ¡AYER EXISTÍA ÚNICAMENTE PARA TI! Y esa mirada que me capta a mí y a nadie más que a mí, que hace desaparecer todo lo que está alrededor, esa mirada que ve la retama de flores amarillas como si hubiese sido plantada para nosotros, el mundo, como si hubiera sido creado para nosotros, esa mirada… ¡grábatela, por favor, por favor, por favor! Practícala antes de dormir, repítela al despertarte, ensáyala frente al espejo. No la derroches, no la desperdicies con otros, protégela de los asaltos y de la luz del sol, no la expongas a ningún peligro, ten cuidado de que no se te rompa al transportarla. Y cuando volvamos a vernos, ¡desenvuélvela! Pues esa mirada, querido mío, me alucina, me vuelve loca. Ya sólo por eso merece la pena haberme pasado dos años y medio esperando mensajes tuyos. Nadie me había mirado así jamás, Leo. Así, tan, tan, tan… Sí. Tan así. Quería que lo supieras. Por cierto, es un cumplido, un pequeño cumplido, amor. ¿Lo has notado?

Diez minutos después

Fw:

¿Sabes qué, querida Emmi? Dejémoslo por hoy. No puede ser más bonito. Y quizá sólo pueda seguir siendo así de bonito si por una noche guardamos silencio. Te mando un beso.

Tuyo,

Leo

(Y ahora me voy a practicar la mirada tan, tan, tan…)

Capítulo 18

A la noche siguiente

Asunto: Pregunta

Pregunta al hombre del bonito silencio: ¿cuánto tiempo piensas seguir guardando este bonito silencio sobre lo «nuestro»?

Veinte minutos después

Fw:

Pregunta a la mujer que rompe el bonito silencio: ¿qué pasará con nosotros?

Tres minutos después

Re:

Eso depende de ti, querido Leo.

Cincuenta segundos después

Fw:

¿No depende más bien de ti, querida Emmi?

Un minuto después

Re:

No, querido mío, ése es tu gran error, un error fatal que ya lleva demasiado tiempo acompañándote en tu camino, que te desvió a Boston, que regresó intacto contigo, se aclimató enseguida y se adaptó tan bien a estar a tu lado. Se pega a ti como una lapa. ¡Quítatelo de encima de una vez!

Cuarenta segundos después

Fw:

¿Qué te imaginas? ¿Quieres que te pregunte si vienes a casa esta noche y duermes conmigo?

Cincuenta segundos después

Re:

Mi querido Leo:

No se trata de lo que yo me imagino, eso ya lo sé, y no te puedes imaginar todo lo que puedo imaginarme, sobre todo desde ayer. Esta vez se trata claramente de lo que TÚ te imaginas. Y no: ¡haz el favor de no preguntarme por esta noche!

Veinte segundos después

Fw:

¿Por qué no?

Cuarenta segundos después

Re:

Porque debería decir que no.

Cuarenta segundos después

Fw:

¿Por qué deberías hacerlo?

Cincuenta segundos después

Re:

Porque, porque, porque… Porque no quiero que creas que quiero tener una aventura contigo. Y lo que es casi más importante aún: ¡porque no quiero tener una aventura contigo! Para tener una aventura podríamos habernos ahorrado dos años y medio y treinta y siete metros cúbicos de letras.

Treinta segundos después

Fw:

Si no quieres una aventura, ¿qué es lo que quieres?

Cuarenta segundos después

Re:

¡Quiero que digas qué es lo que TÚ quieres!

Veinte segundos después

Fw:

¡A TI!

Un minuto y medio después

Re:

¡Bravo, Leo! Ha sido espontáneo, intuitivo, ha quedado muy bien, y además con mayúscula. Pero ¿qué es lo que quieres hacer conmigo? ¿Leerme? ¿Tenerme en mente? ¿Llevarme siempre contigo en tus armarios emocionales? ¿Tenerme como un punto en la mano? ¿No perderme? ¿Adorarme? ¿Verme? ¿Escucharme? ¿Olerme? ¿Tocarme? ¿Besarme? ¿Agarrarme? ¿Derribarme? ¿Dejarme embarazada? ¿Comerme?

Cincuenta segundos después

Fw:

¡TODO! (Menos dejarte embarazada, aunque pensándolo bien, ¿por qué no?)

Un minuto después

Re:

¡Bien, Leo! En el punto máximo de tu timidez, a veces muestras vestigios de sentido del humor. Pero, de verdad, ¿quién te impide hacer conmigo todo lo que quieres? Y bien, ¡dime qué pasará con nosotros!

Siete minutos después

Asunto: ¡Habla!

¡Leeeeeeeeeeooooooooo! ¡Por favor! ¡No vuelvas a callarte ahora! ¡Dilo! ¡Escríbelo! ¡Tú puedes! ¡Lo conseguirás! ¡Atrévete! ¡Estás tan cerca…!

Cuatro minutos después

Fw:

Bien, si a toda costa quieres leer lo que quiero, a pesar de que ya lo sabes: querida Emmi, queremos…, no, quieres…, o te puedes imaginar… Está bien, de acuerdo, no se trata de lo que te imaginas tú, sino de lo que me imagino YO. ¡Emmi, me imagino que me gustaría que lo intentemos!

Treinta segundos después

Re:

¿Intentar qué?

Cuarenta segundos después

Fw:

El futuro.

Un minuto después

Re:

El «futuro» es imprevisible. Mejor probemos primero a «salir juntos», eso sería posible, probable.

Cuarenta segundos después

Fw:

¡Ya sabía yo que se trataba sobre todo de lo que TÚ te imaginas! ¿Y se puede saber qué diferencia hay entre «tu» salir juntos y «mi» aventura?

Cincuenta segundos después

Re:

La pretensión, la intención, el objetivo. Las aventuras se tienen para vivirlas. Juntos se sale para seguir juntos y tal vez algún día llegar a vivir juntos en buena armonía.

Tres minutos después

Fw:

Querida Emmi:

En el (supuesto) caso de salir juntos para seguir juntos y algún día vivir juntos en tan buena armonía, lo siento, pero debo preguntártelo: ¿podrías imagin… te separarías de Bernhard?, ¿te divorciarías?

Veinte segundos después

Re:

No.

Cuarenta segundos después

Fw:

¡Pues ya ves! Olvídalo.

Treinta segundos después

Re:

Querido Leo:

En lugar de decir «¡Pues ya ves! Olvídalo», pregúntame: «¿Por qué no?».

Cuarenta segundos después

Fw:

¿Por qué quieres que te lo pregunte, Emmi?

Cincuenta segundos después

Re:

No me preguntes por qué quiero que me lo preguntes, ¡pregúntame por qué no me divorciaría!

Treinta segundos después

Fw:

Querida Emmi:

No permitiré que me digas lo que debo preguntarte. Lo que te pregunto, te lo pregunto siempre yo. Y bien: ¿por qué no te divorciarías?

Veinte segundos después

Re:

Porque ya estoy divorciada.

Dos minutos después

Fw:

No.

Doce minutos después

Re:

Sí. Desde el 17 de noviembre, a las 11.33 horas. Aproximadamente, desde hace medio año. Si has borrado de tu memoria esa fase poco edificante, fue durante los tres meses que no nos escribimos, después de mi visita nocturna y nebulosa a tu casa, después de mi anunciado FIN con mayúsculas. Entonces me marché. Entonces se lo conté todo sobre nosotros a Bernhard (mejor dicho, sobre la segunda parte de nuestra historia, la que él desconocía). Entonces declaramos de manera oficial, de común acuerdo y sin acusaciones, que nuestro matrimonio ya no marchaba a las mil maravillas y se había quedado paralizado en estado de fracaso. Entonces asumimos las consecuencias. Entonces nos divorciamos. Sí, así fue. Y estuvo bien que lo hiciéramos. Y estuvo bien como lo hicimos. Dolió, pero no mucho. Los niños ni lo notaron. Pues en los hechos no cambió demasiado. Seguimos siendo una familia.

Cuarenta segundos después

Fw:

¿Por qué me lo ocultaste?

Un minuto después

Re:

No te lo oculté, Leo, simplemente no te lo dije. No era tan, tan, tan… importante, pues sí, no era tan importante. En el fondo fue una simple formalidad. En algún momento pensaba mencionarlo. Pero entonces surgió «Pam». Ella estaba, por así decir, a la vuelta de la esquina. Me pareció que no hubiera sido muy oportuno.

BOOK: Cada siete olas
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