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Authors: Guillermo Ferrara

Tags: #Aventuras, Histórico, Intriga

El Secreto de Adán (33 page)

BOOK: El Secreto de Adán
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—Lo importante es que la masa resultante de esta colisión es convertida totalmente en energía, registrada como fotones o partículas lumínicas.

—¡Producirán una explosión de luz que afectará el ADN!

Krüger sonrió.

—Ni más ni menos. Pura ciencia, genética, astrología y astronomía.

—Y mística —añadió Adán.

—Puedes verlo también de manera mística y espiritual obviamente. En la prestigiosa revista
Scientific American
se publicó un artículo que decía que si se coloca oro, cuarzo o rutenio en cada extremo de la doble hélice de ADN, esos materiales se vuelven 10,000 veces más conductivos. Se produce un efecto trasmisor, semejante a una autopista que lleva al despertar del poder completo del ADN.

—Asombroso —dijo Adán.

—Sí, además de la explicación bioquímica, en la parte astronómica es probable que nuestro planeta entre en alineación con las bandas de alta frecuencia de las Pléyades, Sirio, Orión, Arcturus y Andrómeda.

Adán recordó los documentales que su padre le hacía ver de adolescente, en especial Cosmos, de Carl Sagan, con música del extraordinario artista griego Evángelos Odiseas Papathanasíu, conocido como Vangelis, quien había sido hasta el momento el único músico en enviar al espacio sus composiciones en una cápsula en un proyecto de la NASA. Se trataba de una grabación de Mythodea, un recital sinfónico que dio en el Templo de Zeus, en Atenas, durante 2001.

Adán pudo rememorar la belleza exquisita de los movimientos de los planetas como una sinfonía celestial, una sagrada danza cósmica.

—¡Es asombroso! —exclamó Kate.

—Así es. No hay que olvidar que tu padre y muchos investigadores dicen que en la época atlante, hace incluso más de 24,000 años, se utilizaba la constelación de Orión y la estrella Sirio como guía para ampliar la conciencia y el paso a otras dimensiones.

—¿Por qué se perdió ese conocimiento? —preguntó la doctora.

—Lo que sucedió es que hace unos 10,800 o 11,000 años, aproximadamente, cuando la humanidad entró en lo que llamaron la Noche Galáctica, se perdió la memoria de cómo conectarnos con estas guías en el cielo. Se perdió la brújula energética y la conciencia cayó en el olvido. Los últimos en utilizar este conocimiento fueron los egipcios y los mayas. Los egipcios alinearon sus pirámides de Gizah con la Constelación de Orión. Sus tres pirámides pertenecientes a los faraones Keops, Kefrén y Micerinos están perfectamente alineadas con tres estrellas de Orión.

Adán escuchaba en silencio.

Krüger agregó:

—Yo creo que Aquiles ha deducido que como todo es cíclico, este próximo fenómeno astronómico podría producir una importante transformación en las partículas energéticas humanas, en el cerebro y en el ADN.

—Eso será lo que preocupa a los secuestradores —dijo Adán.

—Aquiles me mencionó que intuía que podrían quitarse los velos para saber de dónde venimos y quiénes somos dentro del universo, sobre todo, debido al impacto del cinturón de fotones, además de la actividad estelar que podría influenciar directamente en nuestra psiquis.

—¿Eso es científica y biológicamente posible, doctor? —preguntó Adán.

—Si fuese así, se borrarían las barreras alrededor de las células y seríamos sensibles a la nueva energía. De esta forma el ADN respondería a las nuevas frecuencias, lo cual activaría su potencial al completo, lo que llaman ADN basura o chatarra es, en realidad, un gran poder latente.

Krüger estaba inquieto y emocionado, sus ojos estaban llenos de esperanza.

57

Adán no salía de su asombro cuando sonó su Blackberry.

—¡Alexia! —exclamó con alegría.

—¿Dónde estabas? —preguntó ella desde el interior del taxi.

—Reunido con Krüger y una doctora en el instituto. Han pasado muchas cosas. Ya te explicaré. ¿Dónde estás tú?

—En Atenas. Encontré una dirección en la agenda de mi padre.

—¿Estás sola? Es peligroso, Alexia. A nosotros nos sigue la policía. Van con todo.

—Escúchame. Contacta con mi amigo Jacinto Urquijo y dile que te lleve a mi apartamento. Recordé que hay una memoria USB que puede tener archivos que me envió mi padre por internet hace tiempo.

—¿Un disco de memoria? ¿Cómo no lo recordaste antes?

—Son muchas cosas, Adán. Quizá no tenga nada útil pero es importante no dejar nada librado al azar, quizá tenga documentos, direcciones, no sé, algo. Está en un estuche azul en el clóset de mi habitación.

—Lo haré, Alexia. Y creo que lo mejor es que vaya luego hacia Atenas contigo. Me organizaré con el doctor Krüger y te informo. Ten mucho cuidado.

—Apunta la dirección donde iré.

En ese mismo momento, con un zarpazo, Eduard le quitó el teléfono de la mano y cortó la comunicación.

—¿Qué haces? —le dijo Alexia visiblemente molesta.

—¡Se terminó el juego, perra! —le gritó al tiempo que con la otra mano sacaba el arma del bolsillo de su chaqueta.

58

Adán se quedó mirando en silencio la pantalla de su teléfono. "Seguramente se habrá quedado sin batería o me pasará la dirección por un mensaje."

—¿Qué ha dicho? —preguntó Krüger, que estaba preparando un pequeño bolso con carpetas para irse de casa.

—Que va tras una dirección en Atenas, escrita por Aquiles en su agenda el día de su desaparición.

—Espero que encuentre algo. Debemos apurarnos y salir de aquí. La policía puede llegar de un momento a otro.

—¿Por qué escapar, doctor? No hay nada ilegal en su instituto.

—Eso ya lo sabemos, pero ellos no piensan eso. ¡Quieren el cuarzo!

—Antes de irnos debemos organizarnos. Pensemos.

—Tenemos poco tiempo ahora, Adán —dijo Krüger un tanto agitado—, pero esa posibilidad explicaría concretamente el final del ciclo del calendario maya de 26,000 años. Iniciaríamos un nuevo ciclo cósmico. Terminaría el tiempo como tal, asociado a la mente, y descubriríamos nuestra atemporalidad y nuestra inmortalidad.

Krüger sonrió.

—Un momento, doctor —irrumpió Kate, que se resistía a creer que todo fuera demasiado perfecto como en un cuento de hadas—. ¿Qué cree que pasará exactamente? ¿Será repentino este cambio? ¿Todo el mundo lo sentirá? ¿Pasará toda la gente por el portal energético a ese nivel superior de conciencia?

—No lo sé, Kate. Ya llegará el momento de saberlo. Lo que supongo es que habrá muchos cambios a nivel bioquímico, espiritual y psíquico en los seres vivientes de la Tierra. Es tiempo de alertar a la gente y prepararla. Me temo que quien no vibre con esa nueva frecuencia no ascenderá a la nueva dimensión y a la ascensión.

Kate tenía una pizca de escepticismo.

—La gran mayoría de la gente desconoce el calendario maya y no cree en las profecías. ¿Por qué habrán de creer en esto? Debemos estar preparados para el rechazo.

Adán se anticipó a responder.

—Hay muchos grupos de trabajo por todo el mundo, Kate. Para los mayas, el inicio de una nueva dimensión de percepción de la realidad sería la muerte de todo aquello que no vibre en consonancia con la forma holística de concebir la existencia.

Kate estaba pensativa.

—¿Qué se supone que debemos hacer ahora?

—Creo que hay dos cosas que son las más urgentes —enfatizó Adán—. Por un lado, encontrar a Aquiles o algún rastro de dónde puede estar. Y por el otro.

Krüger pareció adivinar su pensamiento telepáticamente.

—¡Llamar a los medios!

—Exacto —respondió Adán—. Hay que dar a conocer esto, que sea una reacción en cadena para que la gente se prepare, sobre todo el mensaje de los niños —su rostro quedó tieso como el de las estatuas de Apolo. Le vino a la mente la petición de Alexia para que fuera por la memoria USB—. Se me acaba de ocurrir algo. Nosotros pasamos información de una usb a otra, de un disco a otro, de una computadora a un chip de memoria. ¿Y si, de la misma forma, pudiéramos pasar la información y la energía de un cuarzo a otro?

Los ojos del doctor Krüger y de Kate se llenaron de brillo.

—Si eso fuera posible —exclamó Krüger—. Si conseguimos pasar y cargar cualquier cuarzo y alinearlo aunque sea con el pequeño trozo de cuarzo atlante que tenemos.

Adán le interrumpió.

—¡Podríamos dar miles y miles de cuarzos recargados a la gente!

—¿Eso produciría una revolución energética colectiva? —preguntó Kate.

—Exacto, aunque primero tenemos que hacer pruebas —añadió el alemán, que tenía el rostro enrojecido por la tensión y la emoción—. Sería una reacción en cadena, quizá lograríamos que mucha más gente tomara conciencia de lo que vendrá el 21 de diciembre.

Adán asintió y lo miró con alegría.

—Kate, haremos la prueba rápidamente. Será de la misma manera que se puede pasar una fotografía de un teléfono a otro mediante tecnología Bluetooth.

La doctora lo observaba atentamente.

—Tú encárgate de estas pruebas, Kate; asegúrate de comprobarlo varias veces, si funciona, contacta con depósitos del mundo y manda a comprar todos los cuarzos que tengan disponibles de unos cinco, siete o nueve centímetros de diámetro.

Al escuchar esto, aún preocupado por Alexia, Adán se imaginó cómo la luz y la información pronto podrían correr por la conciencia de la gente, igual que el cauce de un río. De pronto, algo encajó en su comprensión.

—¡Ahora entiendo por qué el cuarzo que Alexia lleva colgado de su cuello estaba tan caliente! ¡Se está activando!

—¡Esperen un momento! —exclamó Krüger. Su mente recibió un nuevo rayo de inspiración.

Adán y Kate lo miraron con asombro.

—Por favor, Kate, pásame el libro del padre de Adán, que está detrás de ti, en el librero.

La mujer se giró sobre sí misma y tomó el volumen de Las siete profecías mayas y la conexión atlante, de Nikos Roussos.

Krüger lo cogió de las manos de Kate con ansiedad. Buscó en varias páginas.

—Mmm, por aquí debe estar.

—¿Qué buscas? —preguntó Adán—. ¿Puedo ayudarte?

—¡Aquí está! —exclamó Krüger.

Kate y Adán lo miraban con asombro.

—Tu padre nos ha dado el puente que une a los mayas y a los atlantes.

—¿Cómo?

—En la página 216. Lee cómo inicia el capítulo.

Adán cogió el libro.

—Es una cita de Cacama, el último emperador azteca —afirmó Adán.

Recordó su hermosa estatua en la capital de México sobre la avenida Reforma.

—¿Y qué dice? —preguntó Kate ansiosa.

—El emperador sentenció hace mucho tiempo: "Dejemos que las piedras hablen".

Se produjo un silencio.

—No entiendo —le dijo Kate—. ¿Qué quieres decir con eso?

Krüger vio que Adán no podía contestarle por la emoción.

—Kate, tanto los mayas como los atlantes se caracterizaron por usar piedras donde grabaron sus códices y jeroglíficos, además de cuarzos para trasmitir información; no sólo ellos. Los egipcios, druidas, hindúes y las civilizaciones avanzadas usaron las piedras como medio de difusión para que las enseñanzas y conocimientos quedaran plasmados por los siglos de los siglos.

Krüger dio tres largos pasos, reflexionó en silencio, con la mirada puesta a través de la ventana.

Kate y Adán lo observaban.

La voz del alemán se volvió grave como un trueno.

—En este punto de la evolución humana, las piedras que hablarán y a las que se refería aquel ancestro emperador.

59

Eduard había comenzado a sudar dentro del taxi.

—¿Qué haces, imbécil? Estaba hablando con Adán —le reclamó enojada Alexia, viendo cómo le apuntaban con el arma.

—A partir de ahora harás lo que yo te diga.

El taxista observaba impávido por el espejo retrovisor. Afuera una multitud se apiñaba en la zona central de la capital helena en lo que parecía una manifestación.

—Esta calle está cerrada por la gente —dijo el taxista, quien pensó que sería mejor dejarlos bajar. No quería problemas.

—¡Tú también harás lo que yo te diga! —le gritó El Búho sin dejar de apuntar a Alexia.

—¿Pero qué quieres? —le preguntó Alexia asombrada.

—Por ahora que guardes silencio. ¡Vamos, avanza! —le ordenó al conductor.

—Por esta calle es imposible.

—Entonces dobla por allí —le indicó y señaló una calle lateral a la izquierda, donde no había tanta gente. Estaban a sólo dos calles de la casa donde estaba secuestrado el arqueólogo.

El taxista enfiló para la calle lateral evitando la manifestación. Avanzó unos cincuenta metros cuando Eduard le ordenó detenerse.

—Disculpa que no te pague el viaje —le dijo con ironía al conductor—. ¡Rápido, baja del coche! —le ordenó a Alexia.

Ella hizo lo que le pedía, abrió la puerta y sacó una de las piernas fuera del coche.

Eduard se bajó por la otra puerta rápidamente.

Con un movimiento que duró apenas dos segundos, Alexia se tiró literalmente hacia dentro del coche con las puertas abiertas y el taxista aceleró a toda velocidad, dejando al catalán fuera.

El Búho no dudó un instante. Elevó su arma y apuntó al conductor. Un certero disparo hizo que el coche se estrellara contra un poste de luz. El impacto provocó que un perro que pasaba por delante huyera asustado. El Búho corrió velozmente los veinte o treinta metros que el coche había logrado avanzar, vio a Alexia casi desvanecida detrás y un hilo de sangre manaba de la cabeza del conductor. Cogió a Alexia de la mano y de un tirón la impulsó hacia fuera. El vestido de ella se rasgó a la altura de la cadera.

—¡Arriba, perra! ¡Camina!

Ella salió del coche y, mientras, él ocultaba el arma en el bolsillo derecho de su chaqueta.

—Si vuelves a hacerte la lista, no dudaré en dispararte en la cabeza.

Alexia se había golpeado la frente. Estaba aturdida. Le costaba mantenerse en pie. El Búho la llevó amenazada y pronto se alejaron del taxi. Por suerte para Eduard nadie había visto aquel incidente. Doblaron la esquina. Faltaban sólo cien metros para llegar a la casa donde estaba Aquiles custodiado por el francés.

—Después de todo, puedes ponerte contenta. Volverás a ver a tu padre.

60

Kate y Adán habían comprendido lo que Krüger planteaba. Si lograban transmitir información de una persona a otra mediante los cuarzos, revolucionarían a la sociedad. En el momento en que imaginaban los cambios posibles, Kate escuchó un extraño ruido. Se asomó por la ventana de la elegante casa del genetista. Vio un coche negro y tres patrulleros delante de la casa.

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