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Authors: Patrick Geryl

Tags: #Ensayo, #Ciencia

La profecía de Orión (17 page)

BOOK: La profecía de Orión
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Figura 24
. El movimiento ondulatorio del zodíaco.

Eso está muy bien, dirá usted, ¿pero dónde quiere llegar? Y eso es exactamente lo que yo me preguntaba. No podía sacar este mensaje de mi cabeza, pero tampoco podía hallar una solución al problema. Ya era pasada la medianoche y decidí ir a dormir porque al día siguiente debía ir a trabajar. Miércoles, jueves, viernes… y no podía pensar en ninguna otra cosa. ¿Dónde estaba el vínculo?; había uno, de eso estaba seguro. Entonces algo me sucedió. Ya lo había visto antes en la tapa interior de
The Atlas of the Universe [El atlas del universo]
de Patrick Moore. Al llegar a mi casa me dirigí apresuradamente a la biblioteca y saqué el atlas de las estrellas. ¡Sí! Allí estaban las mismas exactas líneas, y casi con obsesión comencé a observarlas hasta que me quedé sin aliento. ¡Lo tenía! La línea ondulante apuntaba a las estrellas en el zodíaco, y el Ecuador de la Tierra pasaba justo por ella.

Pegué un salto en el aire, por el puro gusto de hacerlo, luego de arribar a este descubrimiento. ¿Cómo era posible que no lo hubiera advertido antes? De hecho, es astronomía elemental, como lo es la existencia de las estaciones. Todos están familiarizados con la constante progresión de las estaciones que ocurre porque la Tierra tiene una posición un tanto inclinada en relación con el Sol.

Este ángulo provoca la existencia de las estaciones y es la responsable de que el Polo Norte y el hemisferio norte se alejen del Sol seis meses en el año. Cuando en el norte es verano, es invierno allí abajo. Todo el mundo sabe eso. Si trasladamos este razonamiento a simple matemática, obtendremos un movimiento ondular. El verano es positivo y se encuentra en su punto más alto sobre el diámetro. El invierno, entonces, se corresponde con el punto inferior debajo del diámetro. Para obtener la línea ondulante sólo debe empezar a medir, comenzando por el verano. Cuando alcance la distancia más próxima con el otoño, cierre el diámetro y siga descendiendo hacia el invierno. Una vez pasado el invierno, empiece a subir otra vez. Verá que obtuvo una onda perfecta, idéntica a la del zodíaco. Dado que en este también hay estaciones, en el hemisferio norte (Europa y EE.UU.) es imposible ver los signos estelares de Géminis u Orión en junio. Para decirlo de otro modo, este movimiento ondular nos dice si el signo estelar del zodíaco está visible para nosotros o no. El verano es positivo, entonces la constelación está visible, y por el contrario, es invisible en el invierno. Por supuesto que también depende de en qué parte del mundo se encuentre usted. En junio, Orión no está visible en Inglaterra, pero sí lo esta en América del Sur. Una vez que ha determinado qué partes están visibles, es fácil ubicarlas en el cielo.

Pude sentir que me encontraba próximo a resolver el misterio de Orión. En menos de cuatro días había logrado informarme de que los ejes siguen a los signos del zodíaco y más aún, descubrí que el zodíaco representaba un movimiento ondular. ¡Por cierto, aquí había una conexión! ¿Cómo no iba a haberla? Los astrónomos y matemáticos de miles de años atrás habían alcanzado un nivel increíblemente elevado. Al menos habían llegado hasta este punto, que era muy lejos por cierto, y con respecto a su obsesión por el fin del mundo, fueron más lejos todavía. Ellos ya habían desvelado códigos que nosotros recién estamos empezando a comprender. ¡Esto es absolutamente brillante! Pero, prosigamos. Yo aún no había logrado descubrir el significado del signo estelar de Orión, hasta que empecé a comprender; vi una chispa de luz. En el libro
Le Grand Cataclysme
leí que Osiris (Orión), luego de su nacimiento había sido asociado con cierto signo estelar en la Atlántida, visto por su madre y del cual había extraído el nombre para su hijo. Esto me dio una clave: la Atlántida estaba situada cerca del Polo Norte. Luego de la caída, los polos se invirtieron y la tierra desapareció debajo del hielo del Polo Sur. Entonces, Orión se convirtió en un signo estelar de nuestro hemisferio meridional. Más aún, debe haber tenido un significado especial, de lo contrario, el último rey de la Atlántida no hubiera llevado su nombre. Entusiasmado, comencé a buscar en mi atlas alguna conexión posible. ¡La encontré en la página 217! Me quedé perplejo cuando vi la proyección de los hemisferios norte y sur. Pero lo que en verdad me conmovió fue la posición de Orión. Tuve que mirar varias veces antes de poder creerlo. Orión estaba ubicado como el signo estelar más claramente distinguible en el borde del hemisferio sur. Esto no puede ser cierto, pensé. Pero el mapa no ofrecía dudas: Orión quedaba como la única constelación en el borde exterior, tanto del norte como del sur. En términos puramente astronómicos, esto significa que Orión es la única constelación reconocida como un claro indicador en ambos cielos, norte y sur.

Figura 25
. En este momento, Orión domina los cielos estelares septentrional y meridional. Esto significa que el cataclismo está muy cerca.

En algunas páginas más adelante leí lo siguiente: Orión está atravesado por el ecuador del cielo y, por lo tanto, es visible desde todas las partes de la Tierra. El cordón apunta en una dirección hacia Aldebarán y en la otra hacia Sirio, mientras que Procyon, Castor y Póllux, y Capella también pueden hallarse con facilidad. Su forma característica y su elevada luminosidad hacen que Orión sea particularmente apta como punto de partida para la identificación de estrellas. Todos los miembros principales de este signo estelar (excepto Betelgeuse) pertenecen a los «primeros» tipos espectrales y son muy calientes, brillantes y blancos.

Amo del cielo en 2012 y en 21312 a.C.

Con esto, mi guía estelar había resuelto un acertijo que tenía una antigüedad centenaria. Dado que los atlantes navegaban los océanos del mundo, necesitaron una baliza reconocible en el cielo. Además del zodíaco también tenían a Orión como punto de referencia. Inmediatamente después de la catástrofe del 21 de febrero de 21312 a.C, Orión quedó casi en una posición idéntica a la actual. Entonces, Orión debe ser el amo del cielo, simplemente porque se halla en medio de dos cielos estrellados. No hay ninguna otra constelación cerca que pueda igualar su brillo. Por lo tanto, los atlantes eligieron a Orión como su indicador en el cielo. En vista de su ambiguo pensamiento, este debía concordar con una construcción terrenal, es decir, la pirámide de Keops. ¡El misterio de Orión había sido desvelado! Mi corazón saltó de alegría y yo estaba exultante de entusiasmo. Cuando Bauval señaló que las pirámides habían sido ubicadas de acuerdo con la constelación de Orión, dejó una pregunta abierta sobre el porqué de esta decisión, y yo ahora tenía la respuesta a esa pregunta. (Coincidentemente, Bauval es belga, igual que yo. ¡Los más valientes entre los galos —como dijo César, el emperador romano— lo habían hecho otra vez!).

Pero yo aún tenía otro problema. Ahora Orión toca el diámetro que corre por la línea ondular del zodíaco.

Figura 26
. De hecho, Orión se ubica contra la línea central que atraviesa el movimiento ondulatorio del zodíaco. Desde un punto de vista astronómico, es el «Amo del Cielo» y el «Amo del Zodíaco».

Figura 27
. En el año 3000 a.C. Orión se situaba lejos de la línea central que atraviesa el zodíaco. La importancia de Orión para los egipcios y su verdadera posición astronómica apuntan al final de un gran ciclo.

De inmediato pensé en el artículo que había leído por Internet. Si los ejes de la pirámide en verdad apuntaban a las posiciones del zodíaco correspondientes, entonces, lo que yo había encontrado aquí era su contrapartida cósmica. Los códigos de la destrucción se me aclararon cada vez más; en 2012 Orión no sólo va a dominar los cielos estrellados septentrional y meridional, sino también el zodíaco. ¡Y en ese momento crucial del tiempo se producirá la destrucción del mundo! Las antiguas escrituras lo confirman. Durante la caída de la Atlántida, los sumos sacerdotes que habían logrado escapar le enseñaron sus conocimientos a sus seguidores. Zoroastro fue uno de ellos. La siguiente cita proviene de la obra Cosmos de Carl Sagan:

Toda la ventura y las desventuras que caigan sobre el hombre y las otras criaturas, proceden del siete y del doce. Los doce signos del zodíaco son, como nos lo enseña el santo mandamiento, los doce regentes de este lado de la luz; y de los siete planetas se dice que son los siete regentes de la oscuridad. Los siete planetas eliminan toda la creación, entregándola a los muertos y a todas las formas de la maldad, porque los doce signos del zodíaco y los siete planetas controlan el destino del mundo.

Cuando ingresamos en nuestra computadora el «quinto sol» como la fecha maya para el fin del mundo, pudimos observar un orden especial de los planetas que aparecía en la pantalla. Los astrónomos dicen que esta configuración sólo sucede una vez cada 45 200 años. Con esta matriz «in mente», la alarma debería estallar. Zoroastro sabía de lo que hablaba porque dominaba el conocimiento secreto de la Atlántida. Darme cuenta de esto me dejó sin aire. Más que nunca, ahora estaba convencido del inminente desastre y hallé más claves en nuestro programa.

11

PROGRAMA COMPUTARIZADO DEL FINAL DEL MUNDO

Domingo 2 de febrero de 1997
. Caminé en círculos como un perro herido. Anoche estuve sentado frente a la computadora con Gino. Resultado: cero. Además, no me habían enviado una suma de dinero que estaba esperando y, sin ese dinero, no iba a poder viajar a Egipto para continuar mi trabajo y resolver el misterio. Eso sería un desastre. ¡Imagínese cómo me sentía, nada salía como debía ser!

De repente tuve esta brillante idea, que fue la de dividir la cantidad de años entre las catástrofes, por números conocidos. Al cabo de algunas horas tenía hojas llenas de cálculos; por lo visto, estaba llegando a alguna parte. Sin embargo, a esa hora aún no me había dado cuenta de que había cometido un error; sólo algunos días después esto salió a la luz.

Pero mi error me ayudó a acercarme a la solución del acertijo. Primero, simplemente sumé los números de los años, desde la catástrofe anterior hasta la próxima. Luego del cataclismo, al año 9792 a.C. todavía le quedaban cinco meses para terminar, por lo tanto, tuve que empezar a contar desde un año más tarde: 9791 + 2012 + 5 meses + 11 meses (la catástrofe se produce en diciembre de 2012) = 11 804. Con este número empecé a hacer más cálculos y hallé varias series de números. Tres días después me di cuenta de mi error. Había contado un año de más. El año cero no existe porque no puede dividirse; el siglo primero empezaba en el año 1 y terminaba después de 100. Nuestro calendario saltaba del 1 a.C. al 1 después de Cristo. Nadie hubiera podido contar el año cero, simplemente porque es incontable. Entonces, en realidad, deben haber pasado 11 803 años entre la destrucción anterior y la que había sido predicha. Pero, de hecho, eso no hacía la diferencia. Tanto los mayas como los egipcios trabajaban con números «sagrados», con lo cual obtenían un resultado final demasiado grande, entonces, restaban un valor determinado, luego del cual llegaban al resultado correcto. Aquí había ocurrido lo mismo.

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