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Authors: Elvira Lindo

Tags: #Otros, #Viajes

Lugares que no quiero compartir con nadie (24 page)

BOOK: Lugares que no quiero compartir con nadie
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En el sótano, tan escaso en espacio como la propia casa, hay unos cuantos objetos tras las vitrinas: un traje, el pañuelo con el que se limpiaba el sudor, una trompeta, y los manuscritos de mala letra y escasa puntuación pero llenos de vitalidad y gracia del hombre que fuera niño de la calle, hijo de una prostituta, hombre sin hogar hasta su cuarto matrimonio.

Un retrato de Satchmo adorna una pared de su despacho, tiene gracia, no es vulgar, está pintado por un tal Benedetto: Tony Bennett, un rendido admirador de Armstrong. Unos días después de que en el jardín se terminara de construir una zona de barbacoa y un espacio para que se pudieran disfrutar de conciertos caseros al aire libre el músico murió de un ataque al corazón. Ahora, los directores del modesto museo organizan en verano un pequeño festival. El guía nos animó a acudir, se despidió de nosotros con un fuerte apretón de manos.

Dejamos atrás la calle del artista. Esperábamos algo tan acogedor y tan modesto, pero no ha dejado de asombrarnos que fuera tan acogedor y tan modesto. El impacto de respirar la humilde intimidad de alguien del que ya nadie niega su grandeza, ni artística ni humana. Pero en este caso no hay cursilería ni sentimentalismo en la emoción. No hay manera de vincular la procelosa vida de Armstrong con la nuestra. No podemos imaginar cómo alguien que creció en el lumpen, que vivió de la caridad o que padeció la humillación del racismo pudo encarar la vida con tanta alegría. Era un ser tocado por la gracia, un elegido. Podría haber sido un delincuente, podría haber sido un cabrón, podría haber sido un desgraciado. Pero fue un hombre de buen corazón y generoso.

Su museo está donde tiene que estar, en Corona. Cuando pintaron el exterior de su casa se empeñó en pintar también la de los vecinos porque le daba apuro que su casa pudiera resultar ostentosa.

Son muchos los Nueva Yores que hay en Nueva York. Como muchos los amores que hay en el amor, que dijo Eça De Queirós. Algunos de esos Nueva Yores están escritos ya, en guías, en diarios, en novelas memorables, pero dado que cada uno construye la ciudad a su antojo yo quiero dejar por escrito estas impresiones, que están hechas a la medida de mi espíritu, ligero, zascandil y poco pomposo. Hablo de una ciudad que ya es la mía, por la que a diario camino hasta romper a veces las suelas de los zapatos, unas veces con Antonio; otras, con la alegre Lolita, a la que no puedo dejar de nombrar porque ha habido días que sólo he charlado con ella y porque es la que me ha dado a conocer las maravillas del Riverside Park; muchas otras, yo sola.

Ha habido momentos en los que esta ciudad que desprende una energía no siempre digerible me ha hecho sentir muy perdida. Aunque los médicos le hayan puesto un nombre a ese síntoma que me persigue desde los nueve años y aunque en estos momentos ande tomando unas pastillas que lo enmascaran, sé que es la consecuencia inevitable de una vitalidad que a menudo no puedo contener, de la implacable sensación de que mi vida se me queda corta. No sé la de otros, sé de gente que incluso se queja de que los días se les hacen largos, pero la mía, mi vida, se está pasando sin sentir.

Pero soy muy consciente de mi suerte. Bendigo el día en que Antonio me citó aquí, en un hotel de Lexington, cuando vivíamos un amor clandestino y Nueva York era el único lugar del mapa en el que podíamos pasar juntos seis noches seguidas. También esos años en los que, uno tras otro, fuimos viniendo a turistear, hasta que por fin nos decidimos a alquilar un apartamento. La experiencia del 11 de septiembre de 2001 que nos convirtió en testigos de la dignidad, la fortaleza y la solidaridad con la que esta ciudad de ocho millones de almas, tan áspera en ocasiones, respondió a la incertidumbre, al miedo y al dolor, sin dejarse llevar por el clima pendenciero y vengativo que se respiraba en Washington entonces. Bendigo el día en que mi marido aceptó ser director del Cervantes y tuvimos que hacer el más complicado de todos los traslados. Pero también bendigo el día en que dejó ese pequeño edificio de la calle 49 y la Tercera Avenida que lo abducía de las nueve de la mañana a las nueve de la noche porque ésa no era la vida que se adecuaba a nuestra forma de ser. Dios mío, cuántos actos culturales cabían en una semana. Y, ahora, bendigo este presente en el que camino, escribo, frecuento los restaurantes que me gustan (sin duda, una de las actividades culturales con las que más disfruto) y observo con interés de entomóloga las costumbres y las rarezas humanas de mis semejantes (mi primera actividad cultural favorita en esta ciudad). También bendigo al río Hudson, que tantas horas de paseo, conversación y quietud nos proporciona.

Cada vez que nos vamos, cada seis meses, hago un repaso de aquellas personas a las que digo adiós y de aquellas otras a las que me voy a encontrar, y cada año que pasa la balanza está más equilibrada.

El ventilador se mueve, emite un sonido de moscardón por encima de nuestras cabezas y hace lo que puede por aliviar el calor que hemos traído de la calle y que aún permanece pegado a la piel. La maleta está abierta en un rincón del cuarto, llena de ropa que ya no estamos dispuestos a doblar, dejada caer de cualquier manera: son demasiados viajes. Faltan unas horas para que nos vayamos. En esta misma cama van a dormir hijos con sus novias, sobrinas, hijas de amigos. Procuro no pensar en cómo van a cuidar las cosas que tan primorosamente cuido durante seis meses al año, porque cada una de ellas contiene una historia, el oso de madera, el Jonás con la ballena, la cabeza de Mickey, unos pequeños óleos de Brooklyn, una mesa vieja bostoniana, un archivador de una redacción de periódico. Nada vale mucho, pero todos los objetos han sido humanizados hasta tal punto que nos hacen compañía, nos dan abrigo y nos atan sentimentalmente a esta ciudad.

Cuando me asalta la duda de si quiero o no vivir entre dos ciudades, procuro pensar que donde está él está mi casa. No siempre me consuela. Y sé que es una afirmación incongruente en unas páginas en las que pretendo rendir homenaje a esta ciudad, pero no puedo terminar de otra manera, ésa es la pura verdad.

Anexo:
Lugares de Nueva York

Aki

181 West 4
th
Street, NY 10014

Tfno. 212 989 5440

www.akisushinyc.com

Absolute Bagels

2788 Broadway, NY 10025

Tfno. 212 932 2052

Anthropologie

375 West Broadway, NY 10012

Tfno. 212 343 7070

www.anthropologie.com

Babbo Restaurant

110 Waverly Place, NY 10011

Tfno. 212 777 0303

www.babbonyc.com

Balthazar Restaurant

80 Spring Street, NY 10012

Tfno. 212 343 1274

www.balthazarny.com

Bark Hot Dog

474 Bergen Street, NY 11217

Tfno. 718 789 1939

www.barkhotdogs.com

Barney Greengrass

541 Amsterdam Avenue, NY 10024

Tfno. 212 724 4707

www.barneygreengrass.com

Cafe Fiorello

1900 Broadway, NY 10023

Tfno. 212 595 5330

www.cafefiorello.com

Café Loup

105 West 13
th
Street, NY 10011

Tfno. 212 255 4746

www.cafeloupnyc.com

Café Odeón

145 West Broadway, NY 10013

Tfno. 212 233 0507

www.theodeonrestaurant.com

Caffe Reggio

119 MacDougal Street, NY 10012

Tfno. 212 475 9557

www.caffereggio.com

Corrado Bread & Bakery

960 Lexington Avenue, NY 10021

Tfno. 212 774 1904

www.corradobread.com

Despaña

408 Broome Street, NY 10013

Tfno. 212 219 5050

www.despananyc.com

Doughnut Plant

379 Grand Street, NY 10002

Tfno. 212 505 3700

www.doughnutplant.com

Eisenberg’s

174 5
th
Avenue, NY 10010

Tfno. 212 675 5096

www.eisenbergsnyc.com

Fairway

2127 Broadway, NY 10023

Tfno. 212 595 1888 2328

12
th
Avenue, NY 10027

Tfno. 212 234 3883

www.fairwaymarket.com

Fishs Eddy

889 Broadway, NY 10003

Tfno. 877 347 4733

www.fishseddy.com

Flor de Mayo Restaurant

2651 Broadway, NY 10025

Tfno. 212 663 5520 484

Amsterdam Avenue, NY 10024

Tfno. 212 787 3388

www.flordemayo.com

Four Seasons Restaurant

99 East 52
th
Street, NY 10022

Tfno. 212 754 9494

www.fourseasonsrestaurant.com

Gramercy’s Tavern

42 East 20
th
Street, NY 10003

Tfno. 212 477 0777

www.gramercytavern.com

Henry’s

2745 Broadway, NY 10025

Tfno. 212 866 0600

www.henrysnyc.com

Hotel Carlyle

35 East 76
th
Street, NY 10021

Tfno. 212 744 1600

www.thecarlyle.com

J. G. Melon

1291 3
rd
Avenue, NY 10021

Tfno. 212 650 1310

Jacob Jarvits Center

655 West 34
th
Street, NY 10001

Tfno. 212 216 2000

www.jarvitscenter.com

Keen’s

72 West 36
th
Street, NY 10018

Tfno. 212 947 3636

www.keens.com

Lenox Lounge

288 Lenox Avenue, NY 10027

Tfno. 212 427 0253

www.lenoxlounge.com

Levain Bakery

167 West 74
th
Street, NY 10023

Tfno. 212 874 6080

www.levainbakery.com

Librería Three Lives & Co.

154 West 10
th
Street, NY 10014

Tfno. 212 741 2069

www.threelives.com

Live Bait

14 East 23
rd
Street, NY 10010

Tfno. 212 353 2400

Louis Armstrong House Museum

34-56 107 Street, NY 11368

Tfno. 718 478 8274

www.louisarmstronghouse.org

Macy’s Brooklyn Downtown

422 Fulton Street, NY 11201

Tfno. 718 875 7200

www.macys.com

Maritime Hotel

363 West 16
th
Street, NY 10011

Tfno. 212 242 1188

www.themaritimehotel.com

McNally Jackson

52 Prince Street, NY 10012

Tfno. 212 274 1160

www.mcnallyjackson.com

Metropolitan Museum of Art

1000 5
th
Avenue, NY 10028

Tfno. 212 535 7710

www.metmuseum.org

Minetta Tavern

113 MacDougal Street, NY 10012

Tfno. 212 475 3850

www.minettatavernny.com

Murray’s

500 Avenue of the Americas, NY 10011

Tfno. 212 462 2830

www.murraysbagels.com

Museo de Historia Natural

Central Park West, 79
th
Street, NY 10024

Tfno. 212 769 5100

www.amnh.org

Museo de la Ciudad

1220 5
th
Avenue, NY 10029

Tfno. 212 534 1672

www.mcny.org

Museum of Modern Art (MoMA)

11 West 53
rd
Street, NY 10019

Tfno. 212 708 9400

www.moma.org

Oak Room del hotel Algonquin

59 West 44
th
Street, NY 10036

Tfno. 212 840 6800

www.algonquinhotel.com

P. J. Clarke’s (Lincoln Square)

44 West 63
rd
Street, NY 10023

Tfno. 212 957 9700

www.pjclarkes.com

Paris Health Club

752 West End Avenue, NY 10025

Tfno. 212 749 3500

www.parishealthclub.com

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