Lo que nadie te dice cuando te han dejado (5 page)

BOOK: Lo que nadie te dice cuando te han dejado
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Queremos que nos quieran, ¿recuerdas? Y aunque ya no queramos seguir una relación y la terminemos tampoco es agradable que al otro casi "le da igual" y siga sin nosotros sufriendo lo mínimo. Da igual lo que te diga: somos humanos.

¿Qué suele ocurrir en este caso? Pues depende totalmente de en qué fase te encuentre. Si estás hundido y desesperado de cariño casi siempre te vuelves a agarrar al otro porque es eso o el desastre... Y si ya has empezado con mucho esfuerzo a rehacer tu vida tenderás al otro extremo, no querrás ni oír hablar del asunto aunque reconozcas la tentación. Es triste admitir que una decisión que afectará a tu vida futura dependa de tus necesidades concretas inmediatas, cuando debería basarse en un proyecto de vida constructivo; pero es lo que hay. Por eso luego tantas de estas relaciones rehechas acaban mal...

Mira, cuando alguien llega hasta el punto de tomar la decisión de romper con su pareja ha tenido que haber algo detrás. No te levantas por la mañana con el impulso de que esto se ha acabado: por las razones que sea, cada uno tendrá las suyas, dar un paso tan desagradable o doloroso lo haces cuando tienes un motivo y lo has pensado antes. No hace falta que hagas de psicoanalista para meterte en la cabeza de tu ex y averiguar por qué actuó así realmente: el caso es que lo hizo, sabiendo que te haría daño; así que sabes que, aunque las circunstancias que le llevaron a dejarte quizá hayan cambiado —por ejemplo le ha ido mal con su nueva pareja—, si un día se vuelvan a dar ya sabes cómo volverá a reaccionar. ¿Se puede aprender de los errores? Por supuesto, y quizá esto sea una "vacuna" que lo evite en el futuro; ¿tendrás en la cabeza que esto te puede pasar otra vez en cualquier momento y eso envenenará tu relación de aquí en adelante?

Sólo tú puedes saberlo. Piensa, valora y decide por ti mismo.

En cualquier caso, sea con una persona nueva o con tu ex si vuelve a acercarse a ti, ten claras las reglas básicas: tienes una gran necesidad de cariño que distorsiona tu percepción, lo que tienes que tener en cuenta a la hora de tomar decisiones; y mirar atrás no puede ser el futuro. Si miras hacia adelante, piensas en lo que buscas en la vida, y la persona que quiere forma parte de ella (tu ex u otra) encaja con tu proyecto, puede ser una elección correcta; si no, comprometer los próximos años por un vacío que tienes ahora no es una decisión inteligente. ¿Has oído alguna vez eso de que nunca hay que ir de compras al supermercado cuando tienes hambre?

Si no te ves preparado para elegir en este momento, pide tiempo: si alguien te quiere entenderá tu situación y te respetará. Si te presionan, sea quien sea (también amigos o familia), recuerda que tienes derecho a exigir tu espacio. Insisto, y no lo olvides: tú decides, elegir el rumbo de tu nueva vida es sólo tu responsabilidad.

Ahí delante... ¿Qué es esa luz?

Si cuando estabas sufriendo elegiste el camino de la superación, del trabajo personal, de la independencia y la libertad, de seguir adelante por ti mismo, si no te resignaste a esperar a que alguien viniera a "rescatarte", si luchaste con fuerza y disciplina para mirar siempre hacia adelante, si te mantuviste confiando en ti mismo cuando los días pasaban y no veías resultados, llegarás a un momento en que empezarás a ver cerca, por fin, la salida.

La sensación te sorprenderá cuando estés haciendo algo que te guste, escuchando música, en medio de alguna actividad de esfuerzo, haciendo deporte, aprendiendo algo, consiguiendo metas... Cuando sea, sin que lo esperes de repente te sentirás bien, te sentirás realmente BIEN, tanto que serás consciente de lo intensa que es esa sensación: te darás cuenta de que estás siendo feliz de nuevo.

Será como un shock, lo reconocerás sin ninguna duda cuando suceda. Y como hacía tanto tiempo que no habrás experimentado la felicidad, la felicidad rotunda y profunda, te sorprenderá su intensidad y serás plenamente consciente de la situación: pensarás "¡estoy saliendo!". Y efectivamente, lo estarás consiguiendo. Por fin.

Pero espera: aún no se ha acabado todo.

Estás ahí, casi casi lo tienes, ya sabes lo que se siente, lo que vas a sentir pronto, pero las primeras veces será sólo algo temporal.

Volverás a levantarte por la mañana triste y sin energías, pensarás que has vuelto a retroceder de nuevo... Sí, seguirás pasándolo mal y sufriendo, aunque habrá una diferencia: ya no se tratará sólo de teoría y de confianza ciega, por fin lo habrás sentido por ti mismo, ahora sabrás cuál es tu premio. Aún tendrás malos momentos, aún volverás a caer, tendrás que seguir recurriendo a la disciplina y agarrándote a las reglas para seguir adelante... Pero ahora luchas por algo que sabes que está ahí. No pierdas la cabeza, sigue haciendo lo que tienes que hacer, sigue mirando hacia adelante.

Nueva vida

Te curarás del todo sin darte cuenta. Poco a poco esos momentos buenos se harán más frecuentes, dirás "sí" a las cosas que realmente quieras y serás capaz de decir "no"

sin esfuerzo a lo que no sea para ti, habrás ganado confianza... Habrás recuperado tu vida. Estarás empezando una nueva etapa, distinta a lo que habías vivido hasta ahora, y con todo por delante para hacer de tu futuro lo que tú decidas.

Quizá no seas consciente de ello, pero habrás cambiado y habrás aprendido cosas que te servirán para mucho de aquí en adelante. Habrás superado lo que te parecía insuperable, habrás sufrido mil derrotas y aún así habrás seguido luchando hasta conseguir la victoria final, te habrás demostrado que puedes conseguir lo que te propongas, tendrás la sensación de que te habrás ganado el no depender de nadie. Serás más fuerte y más libre, confiarás más en ti mismo, luego la vida te traerá cosas buenas y cosas malas pero tú serás más capaz de ser feliz.

En algún momento recordarás aquella etapa tan dolorosa que viviste, la transición tan dura que tuviste que pasar entre tu vida anterior y la nueva, y te verás cuando estabas hundido y enfermo. Ya no serás la misma persona, todo lo que habrás aprendido y la fuerza interior que habrás encontrado te acompañarán para siempre, apreciarás el valor de lo que hay en ti. Entonces, igual que todos los que ya hemos superado estas vivencias, estarás de acuerdo en que son tragos difíciles pero que has extraído cosas positivas que te habrán hecho una persona mejor. Habrás aprendido a evitar ciertos errores, estarás preparado para cometer otros y te enfrentarás a sus consecuencias con la confianza de quien sabe que puede superarlo todo. La madurez y la experiencia nos dan tranquilidad, consciencia y seguridad sobre nosotros mismos: tú en este punto serás consciente de cuánto has madurado.

Ahora sólo quedará aprovechar lo mejor que te ofrezca esta nueva etapa que se abre en tu vida: decide por ti mismo cómo quieres que sea, trabaja cada día para construirla.

Un caso real

Quiero contarte mi propia experiencia, lo que me pasó a mí y cómo lo superé, para que sientas cómo se vive en la práctica todo lo que has leído hasta ahora. Hoy miro atrás y recuerdo aquello como una parte más de mi pasado, como "ese año tan malo que pasé", pero no me afecta negativamente en absoluto; es igual que cuando uno habla de un accidente que tuvo, o de una pérdida en la familia, que por supuesto es algo importante pero que no le ha impedido seguir con su vida con total normalidad.

Eso sí, si hago memoria puedo recordarlo todo con total claridad: fechas exactas, lugares, sensaciones, incluso pensamientos concretos... Fue algo tan profundo e impactante que me costaría olvidarlo aún si quisiera; pero es que además no veo razón para tratar de borrarlo de mi cabeza, porque nada de eso me hace sufrir ya y aquellas experiencias —junto a todas las demás de mi vida— me han dado y me siguen dando valiosas lecciones que puedo utilizar hoy. En fin, vamos allá.

Aquella relación no es que hubiera durado mucho tiempo, y aunque nos queríamos y fuimos felices la verdad es que antes nunca se me habría ocurrido que al acabarse pudiera afectarme tanto. Pero el caso es que la ruptura llegó, yo además no la esperaba porque no teníamos problemas ni la situación era conflictiva, y de repente me encontré una noche sentado en una silla tratando de hacerme a la idea: me había dejado.

Yo conocía los motivos por mí mismo, no porque ella me hubiera contado nada; ni le pedí explicaciones ni ella me las dio. Ya no importaba. Hubiera sido natural perder la calma y reaccionar en un primer momento de otra manera; pero en mi caso no fue así, desde el instante en que abrí la puerta y la vi por última vez —como pareja—, y me di cuenta de que aquello se había acabado, tuve la lucidez de darme cuenta de que cuando alguien decide abandonarte lo demás es secundario. ¿De qué me hubiera servido meter más tensión en una situación que ya de por sí era bastante dolorosa?

En los días siguientes, aunque lo pasé francamente mal, la verdad es que todavía la idea no acababa de entrar en mi cabeza. Por una parte aún esperaba que todo aquello hubiera sido una situación momentánea y que aún se podría solucionar, casi esperaba levantarme descubriendo que no había sido más que una pesadilla... En fin, no me lo terminaba de creer. Sabía en mi mente lo que había pasado, pero era como si mi corazón no estuviera preparado para asumir esa información.

Pero claro, no tuve más remedio y al poco acabé aceptando completamente la noticia. Si has leído este libro supongo que no me hará falta explicarte lo que duele algo así; y eso que por aquel entonces no tenía ni idea de lo que me esperaba. Aún no había hablado con casi ninguno de mis amigos o seres queridos, y fue a partir de ese momento que empecé a contarlo y a escuchar como respuesta los comentarios bienintencionados que ya conocemos.

Además de la pena estaba bastante desorientado: no sabía realmente a lo que me iba a enfrentar, ni cuánto iba a durar ni cómo sería, así que no sólo tenía un problema sino que además no tenía ni idea de cómo solucionarlo. Pero entonces tuve la suerte de hacer algo que lo cambió todo a partir de ese momento: me paré a pensar en lo que me estaba pasando, logré tener la claridad de ideas suficiente para ver las cosas en perspectiva.

Y descubrí dos cosas fundamentales: la primera, que me estaba hundiendo. No era sólo el dolor que cada vez iba a más: era mi propia destrucción personal. No tenía ganas ni energía para seguir adelante, no hacía más que echar de menos a mi pareja (aunque lo hubiera asumido ella seguía siéndolo para mí), no podía concentrarme en nada... El suelo se había abierto bajo mis pies, había caído directamente en medio del Infierno, y nadie tenía un mapa, una guía que me indicara lo que debía hacer para salir. Me refiero a algo como este libro, precisamente.

Si los demás, con todo su amor y toda su buena fe, no tenían más respuestas que las típicas "tú eres una persona valiosa", "la pareja perfecta está esperando...", "el tiempo lo cura todo" y cosas así, pero nadie me decía nada que realmente me ayudara a dar con el camino correcto que pudiera empezar a recorrer para escapar de aquello, lo único que me quedaba era ponerme a buscarlo yo. No me refiero simplemente a tener ideas sueltas que me ayudaran, "salir y conocer gente" por ejemplo, sino a saber realmente qué me estaba pasando y por qué, qué cosas me hacían daño o me impulsaban hacia abajo, y qué cosas me ayudaban o me daban energías para volver hacia arriba; y a partir de ahí, evitar en lo posible lo malo y tratar de acercarme a lo bueno. Éste fue mi segundo descubrimiento: para recuperarme lo antes posible necesitaba un plan.

Hacer un autoanálisis para averiguar realmente lo que a uno le pasa por dentro nunca es fácil, y en una situación de tremendo dolor, de vacío afectivo y además de "síndrome de abstinencia" de amor, resulta mucho peor. Y encima cada día que pasaba era más duro que el anterior, así que tuve que hacer un tremendo esfuerzo para no abandonar. Además logré hacer una especie de "lista" mental de las cosas que me hacían sentir bien: mis hobbies o actividades que me gustaran, hacer ejercicio, escuchar música alegre, etc; y por otra parte di con lo que realmente me hacía sentir mal, aunque no pudiera evitar caer en ello: pensar en mi ex, imaginarla cambiando de opinión y queriendo volver, mirar mi teléfono móvil cada dos minutos a ver si me había llamado, darle vueltas a la cabeza tratando de revivir escenas del pasado para corregir mis errores... En fin, todo lo que uno sabe que es malo.

De paso me di cuenta de que había gente que era una buena influencia en mi vida, y otra que por el contrario me "robaba ánimo"

por decirlo así; como si fueran parásitos de la poca positividad que pudiera tener. No estaba la situación para renunciar a ningún afecto, claro, pero es que estaba viendo que en el fondo había determinadas personas que realmente no quería que siguieran en mi vida.

Antes no me había dado cuenta de hasta qué punto era así, mientras uno tenga energías de sobra para "tirar para adelante" si puede evitar el enfrentamiento pues lo evita aunque tenga que pagar un cierto precio, pero ahora sencillamente ese precio se me hacía inasumible. No es que fuera culpa suya, no me habían hecho nada malo; pero igual que había cosas que tenía que abandonar porque no pensaba que fueran buenas para mí, también había seres cercanos que por una u otra razón había decidido que no quería que siguieran conmigo. Y al contrario, también descubrí que realmente para el futuro quería fortalecer relaciones que por timidez, por no prestarles mucha atención, por lo que fuera, no eran tan profundas.

Así que me puse a trabajar para tomar el control y enderezar el rumbo. Inmediatamente me di cuenta de lo básico: lo que tenía era claramente una enfermedad que estaba nublando mi juicio, me había convertido de repente en un adicto al cariño de la persona que ya no me lo iba a dar más, y tenía que "desintoxicarme" de él lo antes posible ignorando mis propios impulsos y pensamientos de volver a acercarme a ella.

Cuando llegué a fijarme las dos reglas básicas sentí un mínimo alivio dentro de lo mal que estaba: por fin tenía algo a lo que agarrarme, algo que sabía que me llevaba por el buen camino, algo que recordar cuando estuviera cayendo en lo malo para recordar como un mantra y ayudarme a volver a la dirección correcta para salir de al í.

A partir de ahí me apliqué a la disciplina y a la paciencia, haciendo todas las cosas que he escrito en este libro. Sabía que hacía bien, pero aún así fue la cosa más dura que he hecho en mi vida: caí mil veces, mil veces me agarré a mis reglas para seguirlas como buenamente pudiera y volverme a levantar...

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