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Authors: Lucía Solaz Frasquet

Tags: #Infantil y juvenil

Entre sombras (24 page)

BOOK: Entre sombras
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—¿Creéis que el rector está detrás de los asesinatos?

—Estamos convencidos de que nos oculta algo —respondió Iris con cautela—, pero no tenemos pruebas fehacientes. Por eso hemos pensado que quizás Enstel, con su percepción superior, nos pueda ayudar a esclarecer todo este asunto.

—Os pedí que Enstel no se materializara en Oxford porque su vibración es más fácil de percibir cuando desciende y creo que al menos el doctor Weber sería capaz de verlo. Eso os pondría en peligro a los dos, pero el otro motivo para mantener la existencia de Enstel en secreto es que, si nadie sabe de él, no se les ocurrirá intentar protegerse. Cuando os vi por primera vez, tuve que estudiar mucho y pedir ayuda para desarrollar el hechizo que me hiciera invulnerable a vuestra influencia.

—Ni Enstel ni yo pudimos leer tu mente, lo recuerdo.

—No te imaginas el trabajo que me costó. Por eso tengo la esperanza de que, en caso de enfrentamiento directo, nadie sería capaz de levantar una defensa
in situ
. El rector y el profesor Weber, su mano derecha, poseen aliados poderosos, por eso el factor sorpresa puede ser fundamental llegado el momento.

—¿Está el doctor Weber implicado también?

—No lo sabemos todavía con seguridad. Si es así, está haciendo muy buen trabajo cubriendo sus huellas.

—Hablaré con Enstel.

Eric se metió en la ducha y dejó que el agua caliente cayera sobre él durante unos minutos en un intento por diluir parte de la tensión que atenazaba sus músculos y su mente. Si bien era un alivio poder compartir con Acacia sus dudas sobre la Orden con total honestidad, no podía ignorar el hecho de que todavía se encontraban en serio peligro. Suspiró, sospechando que lo peor estaba por llegar, y comenzó a enjabonarse. Entonces supo que no estaba solo.

Al principio fue apenas una ráfaga de aire cálido y envolvente. Entonces notó una presencia más física a su espalda y contuvo el aliento mientras unas manos invisibles resbalaban casi ingrávidas desde sus hombros a lo largo de los brazos y volvían a ascender con lentitud, ligeras y tentativas. El ritmo de su corazón se disparó y, cuando unos labios cálidos se deslizaron sinuosos por su cuello y comenzaron a recorrerle la espalda, no logró reprimir un estremecimiento de placer. Dedos hábiles le acariciaron el pecho y el estómago y todo su cuerpo comenzó a vibrar con fuerza.

Tratando de controlar su anhelo, se giró despacio hacia Enstel, apenas visible entre el vapor.

Me gustaría verte
.

En cuanto formuló el pensamiento, el espíritu comenzó a adquirir un aspecto sólido y Eric lo contempló en reverencial silencio, absorbiendo la belleza esculpida de su rostro y su cuerpo desnudo. Le sorprendió la dolorosa intensidad del amor y del deseo. Enstel sonrió, apoyó la mano sobre su corazón palpitante y se inclinó hacia a él.

—Yo también te quiero —murmuró Eric yendo al encuentro de sus cálidos labios.

En su última mañana en Cornualles, Acacia y Eric exploraron algunas de las cuevas de Trevaunance Cove y observaron los restos del antiguo puerto. Después de haber llovido toda la noche, había amanecido un día gris y ventoso y la playa se hallaba casi desierta. Pasearon un rato tomados de la mano.

—He estado pensando… —comenzó Acacia.

—Una actividad siempre peligrosa —respondió Eric.

Acacia le devolvió una sonrisa burlona.

—Te escucho —dijo Eric besándola en la sien.

—En el último año en Burton estudiamos
Paraíso Perdido
, el poema de John Milton sobre la caída de Adán y Eva y la rebelión de los ángeles.

—Ajá.

—Lucifer, el Portador de la Luz, el ángel más hermoso y el más querido por Dios, se describe como un héroe trágico que decide que es mejor reinar en el infierno que servir en el cielo. Desafía la autoridad de Dios, lo acusa de tiranía y, como consecuencia, es expulsado del reino de los cielos y se convierte en el Príncipe de las Tinieblas. Esta suele ser la interpretación cristiana y muchos críticos opinan que Milton creó un cuento moral cristiano, pero nuestra profesora, la señorita White, nos dijo que, como señaló William Blake, cabía otra lectura más irónica. Blake opinaba que Milton escribió con mucha mayor libertad sobre los demonios y el infierno que sobre Dios y los ángeles porque era un verdadero poeta y estaba de parte del Demonio sin saberlo.

Eric sonrió. Conocía otros casos en los que la gente se decantaba por una facción u otra sin ser plenamente consciente de su toma de postura, aquellos que creían creer pero que en realidad no creían.

—Y podemos encontrar otras muchas variantes y lecturas de esta historia —prosiguió la joven—. En Persia, por ejemplo, existe una versión islámica no ortodoxa según la cual fue el amor y la lealtad de Lucifer hacia Dios lo que le llevó a negarse a rendirle culto a nadie que no fuera él. Cuando Dios les pidió a los ángeles que se inclinaran ante su reciente creación, el hombre, Lucifer no pudo hacerlo. Su profundo amor y adoración absoluta hacia Dios le impedía someterse a nadie más, sobre todo a un ser inferior como el ser humano. Su castigo consistió en vivir apartado de Dios, a quien tanto amaba. Y según una religión preislámica, el yezidismo, cuyos miembros han sido acusados de adoradores del diablo, Lucifer se rebeló contra Dios con el fin de darle a la humanidad sabiduría, que es otra forma de llamar a la luz.

—Eso recuerda a la mitología griega, cuando Tántalo, el hijo de Zeus que reveló secretos divinos a los humanos, y Prometeo, que les proporcionó el fuego, fueron castigados con severidad.

—Eso es. ¿Era Lucifer bueno o malo? ¿Y según quién? Esta separación entre el bien y el mal, el blanco y el negro, puede ser muy difusa, mucho menos clara de lo que nos gustaría pensar, y a menudo depende de nuestra interpretación.

—Ah, pero eso es porque no existe tal separación. Todo es Uno, como sostienen muchas corrientes esotéricas, el gnosticismo, el sufismo, el uno frente a la dualidad de Platón, el taoísmo como lo vemos en el símbolo del yin y el yang…

Acacia giró el rostro hacia el mar, contemplando las olas que golpeaban las rocas con furia y levantaban una espuma plateada.

—Enstel me dijo una vez: «Descansa en el convencimiento de que eres, siempre has sido y siempre lo serás, Uno con lo Divino».

Eric siguió su mirada y le apretó la mano en silencio.

—De acuerdo con el yezidismo, Dios perdonó a Lucifer y lo restauró como su ángel predilecto —continuó la joven—. ¿Crees que Lucifer se sacrificó por nosotros, los humanos, para mostrarnos la oscuridad, creando el contraste que necesitamos para crecer y expandir nuestro nivel de conciencia?

—Es una forma de mirarlo. Si Lucifer amaba a Dios por encima de todas las cosas, también debía amar a sus creaciones y quizás accedió a interpretar el papel del Príncipe de las Tinieblas para la humanidad. Pero debes recordar que fue su decisión. Todos gozamos de libre albedrío. Todos podemos escoger nuestro destino, elegir entre la luz y la oscuridad, el amor y el miedo. Creo que esa es una de las lecciones fundamentales del mito del ángel caído.

—Durante mucho tiempo pensé en Enstel como mi ángel de la guarda. Luego, al creer que nuestra naturaleza era diabólica, renegué de él y traté de apartarlo de mi vida para siempre, pero no pude.

—Ya no piensas así, ¿verdad?

—No. Estoy haciendo las paces con mi lado oscuro y entiendo que, sin él, no estaría donde me encuentro hoy.

Acacia se agachó para recoger un guijarro y lo lanzó con fuerza a las aguas turbulentas.

—Todavía pienso en la venganza y parte de mí clama justicia —confesó—, pero mi noción de lo que realmente significan estos conceptos está cambiando.

Esa noche prepararon juntos una cena especial. Iris iba a volar a San Francisco en unos días para reunirse con otros miembros de la Orden mientras ellos regresaban a Oxford a la mañana siguiente.

—¿Nunca has querido saber qué ocurrió realmente? —le preguntó Iris a Acacia mientras tomaban café—. Todavía me persiguen sueños sobre Kenan, Ennor y Tegen que no logro interpretar.

—Desde luego que me gustaría averiguarlo, pero no sé cómo.

—Creo que he dado con una posibilidad.

—¿Necromancia? —preguntó Acacia con los ojos muy abiertos—. No, gracias. Soy partidaria de dejar a los muertos en paz. ¿Qué tipo de descanso eterno van a conseguir si los vivos no los dejamos tranquilos?

Iris y Eric rieron.

—No se trata de eso —le aseguró Iris—. Tuve esta idea cuando me contaste lo que ocurrió cuando Enstel se fusionó contigo. Creo que esto generaría suficiente poder para conseguir nuestro propósito. Juntos podríais ir con facilidad más allá de las fronteras del tiempo y del espacio y averiguar lo que sucedió. Yo nunca lo he logrado. Eric y yo estaríamos aquí, claro está, apoyándoos.

—¿No sería peligroso para Acacia? —preguntó Eric con el ceño fruncido.

—Enstel está de acuerdo y él nunca haría nada que pudiera perjudicarla. Ni yo tampoco.

—La decisión es tuya —dijo Eric mirando a Acacia.

La joven tomó aire. La idea era tan tentadora como aterrorizadora.

—De acuerdo —respondió con decisión—. ¿Empezamos ya? Será mejor que llame a Enstel.

Iris sonrió, agradecida y divertida por su impaciencia.

Cuando Enstel se materializó, Acacia lo estudió con interés.

—¿Se puede saber qué has estado haciendo? ¿O es el paisaje de Cornualles? Tu resplandor es cada vez más intenso.

—Creo que es la interacción de energías lo que eleva nuestra vibración —explicó Iris—. Simplemente con pasar tiempo con él he notado cómo mi energía ha cambiado. Y Enstel también se beneficia, como puedes ver.

—Nuestro querido espíritu Tau —exclamó Acacia—. ¡Cómo disfrutas con tanta atención!

Enstel le devolvió la sonrisa e hizo una reverencia jocosa.

—Iris me ha dicho que estás dispuesto a indagar en el pasado.

Lo haremos juntos
.

—Es muy importante, por tentador que sea, no intervenir en aquello que presenciéis —les advirtió Iris—. No sé hasta qué punto os sería posible, pero es vital que no hagáis nada que cambie el curso de la historia. Nada me gustaría más que recuperar a Ennor y a tus padres, pero es imposible saber qué repercusiones tendría incluso una pequeña modificación. Sobre todo, no podemos arriesgarnos a poner en peligro tu existencia.

—¿Cómo podríamos hacer tal cosa?

—Imagínate que lográis salvar a tus padres de ese ataque. No sabemos si los asesinos volverían a por ellos, una vez hubieras nacido, para acabar esta vez con vosotros tres.

—Y eso también significaría que tu madre nunca habría invocado a Enstel —añadió Eric.

Acacia meditó sobre las implicaciones del experimento.

—De acuerdo —dijo por fin—. Estoy lista. Permaneceremos como meros espectadores.

26

Acacia había imaginado una especie de obra de teatro en la que le sería posible compartir el espacio con sus padres y observar lo ocurrido sin ser vista, o quizás una película desarrollándose frente a sus ojos, pero lo que experimentó fue algo muy diferente. Relajó la mente y cada uno de sus músculos con el fin de ajustarse con mayor facilidad a la energía de Enstel introduciéndose en su cuerpo. Trató de adaptarse con rapidez a las intensas sensaciones que le producía la unión, obligándose a mantenerse centrada en lo que se proponían en lugar de quedarse mirando embobada la repentina belleza de todo lo que la rodeaba. Incluso tras los párpados cerrados podía percibir la enorme presencia energética de Iris y Eric proporcionándoles un apoyo adicional.

En cuanto su nueva mente, fusionada con la de Enstel, pidió ser trasportada a un momento significativo del pasado, notó que todo comenzaba a alabearse, distorsionándose en una desconcertante explosión de formas y colores.

Poco después, la imagen mental se fue esclareciendo y reconoció a Lord Crosswell cuando era muy joven, observando con deseo a una niña rubia a la que identificó como Iris. Notó también una inmensa envidia hacia Carlyon Venton, cuya posición, poder e influencia ambicionaba con furiosa determinación. La imagen se disolvió y fue sustituida de nuevo por el rector, contemplando con resentimiento a Iris, Ennor y Kenan, adolescentes, riendo despreocupados en una habitación donde estaban practicando juegos mentales. Además de los celos brutales, sentía una envidia insuperable hacia los talentos psíquicos y habilidades de los jóvenes que él no poseía.

Lo vio estudiar durante noches interminables, devorando libros de todo tipo. Reconoció algunos volúmenes dedicados a la magia negra. Fue testigo de su rabia e impotencia cuando ninguno de sus experimentos resultó ser exitoso. Casi podía notar el amargo sabor de la decepción en su boca.

Un nuevo salto en el tiempo la llevó ante un Alexander Crosswell más contemporáneo, el rostro enrojecido por la ira, interrogando implacable a un hombre y a una mujer aterrorizados, incapaces de darle las respuestas que buscaba.

A partir de ese momento, empezaron a llegarle una multitud de imágenes, sonidos y emociones sucediéndose a tanta velocidad que comenzó a sentirse mareada.

Abrió los ojos con una exclamación.

Enstel se separó de ella con cuidado, su resplandor un poco menos acusado que antes, y estudió su rostro con detenimiento.

—Estoy bien —le aseguró Acacia—. ¿Y tú?

Enstel asintió. Iris y Eric los contemplaban en sobrecogido silencio.

—Estoy bien —repitió mirándolos, esforzándose por calmar las palpitaciones de su pecho.

Iris le tendió un vaso con agua y bebió agradecida.

—Ha sido lo más extraordinario que he visto nunca —murmuró Eric.

—¿Qué ha ocurrido? —preguntó la joven.

—Cuando Enstel se ha introducido en ti ha sido como si te iluminaras desde el interior —le explicó Eric—. Algo increíblemente hermoso. Y luego tu cuerpo ha empezado a cambiar, ha aumentado de tamaño y el contorno se ha vuelto borroso, convirtiéndose en una mezcla de ti y de Enstel, los rasgos andróginos y un intenso resplandor dorado alrededor.

—Creo que es lo que se asocia con un ser de luz —dijo Iris, todavía conmovida por la visión.

—Pensaba que obtendríamos algo relacionado con mis padres, pero todo lo que hemos descubierto tiene que ver con Lord Crosswell.

—¿Una confirmación de que se encuentra detrás de los asesinatos? —preguntó Eric con la mandíbula tensa.

Acacia asintió, recordando algunas de las horribles imágenes que tanto la habían perturbado.

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