Star Wars Episodio V El imperio contraataca (16 page)

BOOK: Star Wars Episodio V El imperio contraataca
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—¡Están locos!

—¡Cuidado! —chilló el oficial de cubierta.

El
Falcon
se dirigía en línea recta hacia las ventanas del puente y la tripulación y los oficiales del
Avenger
se arrojaron aterrorizados al suelo. Pero en el último momento, el carguero viró y se elevó bruscamente. Después...

El capitán Needa y sus hombres alzaron lentamente las cabezas. Lo único que vieron al otro lado de las ventanas fue un pacífico océano estelar.

—Rastréenlos —ordenó el capitán Needa—. Es posible que intenten hacer otra pasada.

El oficial de rastreo se esforzó por encontrar al carguero en sus pantallas, pero no vio nada.

—¡Qué extraño! —murmuró.

—¿Qué ocurre? —inquirió Needa y se acercó a los monitores de rastreo para comprobarlo con sus propios ojos.

—La nave no aparece en ninguna de las pantallas.

El capitán se mostró confundido.

—No es posible que haya desaparecido. ¿Una nave tan pequeña puede contar con un dispositivo de ocultamiento?

—No, señor —replicó el oficial de cubierta—. Quizás en el último momento entraran en la velocidad de la luz.

El capitán Needa sintió que su furia crecía al mismo ritmo que su desconcierto.

—En ese caso, ¿por qué atacaron? Pudieron entrar en el hiperespacio cuando salieron del campo de asteroides.

—Bueno, señor, al margen del modo en que lo hicieron, no hay rastro de ellos —respondió el oficial de rastreo, que aún no había logrado localizar en sus pantallas el
Millennium
Falcon
—. La única explicación lógica es que debieron partir a la velocidad de la luz.

El capitán vaciló. ¿Cómo era posible que ese cacharro hubiese logrado esquivarlos? Se acercó un ayudante que dijo:

—Señor, Lord Vader exige el último informe sobre la persecución. ¿Qué se le debe decir?

Needa cobró ánimos. Permitir que el Millennium
Falcon
escapara cuando estuvo tan cerca era un error imperdonable. Supo que tendría que hacer frente a Lord Vader y comunicar su fracaso.

Se resignó al castigo que le esperaba, cualquiera que fuese.

—Soy responsable de esto —dijo—. Prepare el vehículo para trayectos cortos. Cuando nos reunamos con Lord Vader, le pediré disculpas personalmente. Maniobre y registre una vez más la zona.

El enorme
Avenger
empezó a girar lentamente como una colosal bestia viviente, pero no hallaron el menor vestigio del
Millennium Falcon
.

Los dos globos brillantes se cernían como extrañas luciérnagas por encima del cuerpo de Luke, que yacía inmóvil en el barro. Situado protectoramente junto a su amo caído, un pequeño androide con forma de barril extendía a veces un apéndice mecánico para apartar los objetos bailarines como si se tratara de mosquitos. Sin embargo, los globos de luz se situaban fuera del alcance del robot.

Artoo-Detoo se agachó sobre el cuerpo inerte de Luke y silbó en un intento inútil por revivirle.

Pero el joven, que había perdido el conocimiento a causa de las descargas de esos globos de energía, no respondió. El robot se volvió hacia Yoda, que permanecía serenamente sentado en el tocón de un árbol, y lanzó bips furiosos hacia el menudo maestro jedi.

Al no obtener respuesta, Artoo volvió a ocuparse de Luke. Sus circuitos electrónicos le indicaron que no tenía sentido tratar de que Luke recuperara el conocimiento mediante sonidos suaves.

Dentro de su metálico se activó un sistema de rescate de emergencia y Artoo extendió un pequeño electrodo metálico que posó sobre el pecho de Luke. Emitió un suave bip de preocupación y generó una ligera carga eléctrica lo bastante potente para que Luke recuperara el conocimiento. El pecho del muchacho se alzó y Luke se recuperó, sorprendido.

Embotado, el joven aprendiz de jedi sacudió la cabeza hasta despejarse. Miró a su alrededor y se frotó los hombros para aliviar el dolor provocado por la agresión de los globos buscadores de Yoda. Al ver que todavía estaban suspendidos por encima de él, Luke frunció el ceño. Después oyó que Yoda reía divertido a poca distancia y dirigió su mirada hacia él.

—Concentración, ¿no? —Yoda rió y su rostro arrugado se frunció alegremente—. ¡Vaya concentración! Luke no estaba de humor para corresponder a su sonrisa.

—¡Pensé que esas buscadoras estaban destinadas a atontar! —exclamó irritado.

—Así es —respondió el divertido Yoda.

—Son mucho más poderosas que todo lo que conozco.

A Luke le dolían mucho los hombros.

—Eso no tendría importancia si la Fuerza fluyera a través de ti —explicó Yoda—. ¡Saltarías más alto! ¡Te moverías más deprisa! —exclamó—. Debes abrirte a la Fuerza.

A pesar de que sólo llevaba poco tiempo con ello, el joven empezaba a exasperarse con ese aprendizaje agotador. Se había sentido muy próximo a conocer la Fuerza... pero había fallado muchas veces y comprendido que aún estaba muy lejos de él. Sin embargo, en ese momento las palabras burlonas de Yoda le hicieron ponerse en pie de un salto. Estaba harto de esperar esa Fuerza durante tanto tiempo, hastiado de su fracaso y cada vez más furioso por las enigmáticas enseñanzas de Yoda. Luke cogió su espada láser del barro y la activó deprisa.

Aterrorizado, Artoo-Detoo se deslizó hasta un lugar seguro.

—¡Ahora estoy abierto a ella! —gritó Luke—. La siento. ¡Acercaos, pequeños demonios voladores! Con los ojos encendidos, Luke preparó el arma y se acercó a las buscadoras listas se apartaron de inmediato y retrocedieron para sobrevolar a Yoda.

—No, no —le amonestó el maestro jedi, y meneó su cabeza cana—. Eso no sirve. Lo que sientes es ira.

—¡Pero siento la Fuerza! —protestó Luke con vehemencia.

—¡Ira, ira, miedo, agresividad! —advirtió Yoda—. Forman el lado oscuro de la Fuerza. Fluyen fácilmente... y se unen rápidamente a cualquier pelea. ¡Cuidado con ellas! Se paga un precio muy alto por el poder que proporcionan.

Luke bajó la espada y miró confuso a Yoda.

—¿Precio? —preguntó—. ¿Qué quieres decir?

—El lado oscuro atrae —respondió Yoda dramáticamente—. Si alguna vez emprendes el camino oscuro, éste dominará para siempre tu destino. Te consumirá... como consumió al aprendiz de Obi-Wan.

Luke asintió con la cabeza para expresar que sabía a quién se refería Yoda.

—Lord Vader —dijo. Después de meditar unos segundos, preguntó—: ¿El lado oscuro es más fuerte?

—No, no. Es más fácil, más rápido, más seductor.

—¿Cómo puedo distinguir el lado bueno del malo? —preguntó Luke desconcertado.

—Lo sabrás —replicó Yoda—. Cuando estés en paz... sereno, pasivo. Un jedi utiliza la Fuerza por la sabiduría, jamás para atacar.

—Pero explícame por qué... —empezó a decir Luke.

—¡No! No hay explicaciones. No te diré nada más. Aparta las preguntas de tu mente. Ahora quédate tranquilo, en paz... —la voz de Yoda se perdió, pero sus palabras ejercieron un efecto hipnótico en Luke. El joven discípulo dejó de protestar, se sintió en paz y se relajó física y mentalmente—. Sí... —murmuró el maestro—, tranquilo.

Luke cerró lentamente los ojos a medida que apartaba de su mente cualquier idea que le distrajera.

—Pasivo...

Luke oyó la voz tranquilizadora de Yoda a medida que penetraba en la oscuridad receptiva de su mente. Decidió deslizarse junto a las palabras del maestro hasta cualquiera fuese el lugar al que lo condujesen.

—Déjate llevar...

Cuando percibió que Luke estaba tan relajado como era posible que lo estuviese en esa etapa, Yoda hizo el más leve de los gestos. En ese momento los dos globos buscadores que tenían por encima de la cabeza se dirigieron hacia Luke y dispararon rayos atontadores a medida que avanzaban.

En ese mismo instante Luke se puso en movimiento y activó su espada láser. De un salto se puso de pie y mediante pura concentración desvió los rayos que los globos buscadores le dirigían.

Afrontó el ataque sin miedo y esquivó los golpes con suma gracia.

Los saltos que dio en el aire para hacer frente a los rayos eran más altos que los logrados antes.

Luke no desperdició un solo movimiento, pues sólo se concentró en cada disparo dirigido hacia él.

Con la misma rapidez con que se había iniciado, el ataque de los buscadores concluyó. Los globos brillantes volvieron a su lugar a ambos lados del maestro jedi.

Artoo-Detoo, el observador siempre paciente, lanzó un suspiro electrónico y ladeó su cabeza-cúpula metálica.

Luke sonrió orgulloso y miró a Yoda.

—Jovencito, has progresado mucho —confirmó el maestro jedi—. Estás haciéndote más fuerte.

El menudo instructor no hizo una sola alabanza más.

Luke se sentía muy orgulloso de la maravilla que acababa de lograr. Miró a Yoda con la esperanza de recibir más cumplidos, pero el maestro no se movió ni habló. Esperó tranquilamente... y después otros dos globos buscadores aparecieron a sus espaldas y se movieron en formación junto a los dos primeros.

La sonrisa de Luke Skywalker se esfumó.

Un par de soldados cubiertos por una armadura blanca levantaron el cuerpo sin vida del capitán Needa del suelo del destructor galáctico imperial en el que viajaba Darth Vader.

Needa sabía que probablemente la muerte sería la consecuencia de su fracaso en la captura del
Millennium Falcon
. También sabía que debía comunicar la situación a Vader y disculparse formalmente. Pero entre los militares imperiales no había piedad ante el fracaso. Asqueado, Vader selló la muerte del capitán.

El Oscuro Señor se volvió y el almirante Piett y dos capitanes se acercaron para comunicar lo que habían visto.

—Lord Vader —informó Piett—, nuestras naves han concluido el registro de la zona y no han encontrado nada. Sin duda, el
Millennium Falcon
partió a la velocidad de la luz. Probablemente en este momento está en algún punto al otro lado de la galaxia.

Vader siseó a través de la máscara respiratoria.

—Alerte a todos los comandos —ordenó—. Calcule todos los destinos posibles a lo largo de la última trayectoria conocida y despliegue la flota para que los busquen. Almirante, no cometa ningún error.

¡Ya es suficiente! El almirante Piett pensó en el capitán del
Avenger
, al que poco antes había visto que retiraban de la estancia como si fuese un saco de cereales. También recordó la muerte atroz del almirante Ozzel.

—Sí, mi señor —respondió, e intentó ocultar el miedo que sentía—. Los encontraremos. —Se dirigió a un ayudante y dio unas instrucciones—: Ocúpese, del despliegue de la flota.

Mientras el ayudante se alejaba para cumplir las órdenes, una sombra de preocupación atravesó el rostro del almirante. No tenía la certeza de correr mejor suerte que Ozzel o Needa.

El destructor galáctico imperial de Lord Vader se deslizó regiamente por el espacio. La flota protectora compuesta por naves más pequeñas permanecía cerca mientras la armada imperial dejaba atrás al destructor galáctico
Avenger
.

Ninguno de los tripulantes del
Avenger
ni de toda la flota de Vader tenía idea de lo cerca que se encontraban de la presa. A medida que se deslizaba por el espacio para proseguir la búsqueda, sin saberlo, el
Avenger
llevaba a un lado de la enorme torre de control un carguero en forma de platillo: el
Millennium Falcon
.

En el interior de la carlinga del
Falcon
reinaba el silencio más absoluto. Han Solo había detenido la nave y desconectado todos los sistemas con tanta rapidez que hasta See-Threepio, normalmente parlanchín, permanecía en silencio. Threepio permanecía inmóvil, sin sacudir un solo remache y en su rostro dorado se veía una expresión de asombro.

—Podrías haberle advertido antes de desconectarlo —dijo la princesa Leia y miró al androide, que permanecía inmóvil como una estatua de bronce.

—¡Ay, lo siento mucho! —exclamó Han con burlona preocupación—. No tenía intención de ofender a su androide. ¿Cree que es fácil frenar y desconectarlo todo en tan poco tiempo? Leia dudaba de las posibilidades de éxito de la táctica de Han.

—Aún no sé lo que has logrado.

Han se encogió de hombros y restó importancia a las dudas de la princesa. Pronto lo sabrá, pensó.

No quedaban más alternativas. Se dirigió al copiloto:

—Chewie, comprueba la liberación manual de los garfios de aterrizaje.

El wookie ladró, se levantó del asiento y fue hacia la parte trasera de la nave.

Leia miró a Chewbacca mientras éste desenganchaba los garfios de aterrizaje para que el carguero pudiera despegar sin trabas de tipo mecánico.

La princesa meneó la cabeza incrédula y se volvió hacia Han:

—¿Qué piensas hacer ahora?

—Finalmente, la flota ha comenzado a desplegarse —respondió mientras señalaba por una ventana de babor—. Espero que sigan la rutina imperial de costumbre y arrojen la basura antes de partir a la velocidad de la luz.

La princesa analizó unos segundos la táctica de Han y empezó a sonreír. Después de todo, quizás el loco sabía lo que hacía. Impresionada, le palmeó la cabeza.

—No está mal, experto, no está mal. Y después, ¿qué?

—Después tendremos que encontrar un puerto seguro por esta zona —repuso Han—. ¿Se le ocurre algún lugar?

—Depende de dónde estemos.

—Aquí —dijo Han, y señaló una configuración de pequeños puntos luminosos—, cerca del sistema de Anoat.

Leia se levantó del asiento y se acercó al coreliano para mirar desde más cerca la pantalla.

—Es extraño, pero tengo la sensación de que he estado antes en esta zona —comentó Han después de meditar un rato—. Lo comprobaré en los libros de navegación.

—¿Llevas diarios de navegación? —a cada minuto que pasaba, Leia estaba más impresionada. Se burló de Han.

—¡Cielos, qué organización!

—Sólo a veces —repuso mientras observaba la lectura de la computadora—. ¡Ajá! ¡Lo sabía! Lando... la cosa se pone interesante.

—Nunca he oído hablar de ese sistema —replicó Leia.

—No se trata de un sistema sino de un hombre, de Lando Calrissian. Un jugador, un estafador, un sinvergüenza hecho y derecho —hizo una pausa para poner de relieve las últimas palabras e hizo un guiño a la princesa—... el tipo de muchacho que le va. El sistema se llama Bespin. Está bastante lejos, pero podemos llegar.

Leia miró una de las pantallas monitoras de la computadora, leyó los datos y comentó:

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